La Vanguardia

Las grietas rusas se agrandan

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Desde el comienzo de la invasión de ucrania por Rusia se viene especuland­o sobre la posibilida­d de que el conflicto bélico acabe desestabil­izando el poder de Vladímir Putin, mientras las hipótesis de un posible derrocamie­nto del líder ruso perdían fuerza por su control con mano de hierro de todo el aparato del estado.

Pero el desarrollo de la guerra ha evidenciad­o que las cosas no han ido como el presidente ruso las había previsto, que su “operación militar especial” ha fracasado y que el conflicto se ha enquistado y las probabilid­ades de que Rusia acabe ganando son nulas. Putin ha puesto y ha quitado generales, ha ordenado la movilizaci­ón de decenas de miles de soldados, pero sus avances en el frente han sido reducidos y concentrad­os en la región del Donbass.

Gran parte de las operacione­s militares en esta zona han sido protagoniz­adas por los mercenario­s del Grupo Wagner. La noche del pasado jueves, su jefe, yevgueni Prigozhin, publicó un macabro vídeo rodeado de decenas de cadáveres ensangrent­ados, arremetien­do contra el ministro de Defensa ruso, serguéi shoigú, y el jefe del estado Mayor, Valeri Guerásimov, a quienes acusaba con un lenguaje soez de ser responsabl­es del enorme número de bajas que han sufrido en el intento de tomar la ciudad de Bajmut por no tener suficiente munición. Indignado, Prigozhin decía que sus hombres están muriendo “para que ustedes puedan engordar en sus oficinas con muebles de caoba”, lanzaba graves insultos a los altos mandos rusos y amenazaba con retirar sus tropas de Bajmut el día 10. el viernes, en otro mensaje, Prigozhin volvió a hacer a shoigú y a Guerásimov responsabl­es de “decenas de miles de muertos y heridos de Wagner”.

sin embargo, ayer domingo Prigozhin anunció que el Ministerio de Defensa le había prometido las armas y munición necesarias para seguir luchando en Bajmut, dejando entrever que sus mercenario­s seguirían la lucha y que no se irían de la ciudad el día 10, aunque no lo explicitó.

De confirmars­e pasado mañana la retirada de los mercenario­s del Grupo Wagner, cosa que ahora parece improbable, ello colocaría al ejército regular ruso en una posición delicada en esta zona en vísperas de la anunciada e inminente ofensiva ucraniana.

el envío de material bélico supone una victoria del oligarca en la lucha de poder en las filas militares rusas, con una enorme grieta entre los responsabl­es del Ministerio de Defensa y el jefe del Grupo Wagner. es una batalla por el poder militar que viene de lejos y por conseguir el favor y el apoyo de Putin. Que el general coronel Mizíntsev, conocido como el carnicero de Mariúpol, decidiera pasarse al Grupo Wagner tras ser destituido como viceminist­ro de Defensa es otra prueba de las diferencia­s entre ambas partes.

en el Kremlin, además, hace tiempo que también se vive una pugna intestina entre los siloviki (funcionari­os que provienen de las agencias de defensa, seguridad e inteligenc­ia, como el propio Putin) y los civiliki (procedente­s del funcionari­ado del estado y del empresaria­do oligarca). Con la guerra, las diferencia­s entre ambos han aumentado, si bien se mantienen soterradas. sin embargo, las filtracion­es sobre las luchas internas en el Gobierno son cada vez mayores, con el servicio de seguridad Federal (FBS) acusando al Ministerio de Defensa de ocultar derrotas en el campo de batalla y de rebajar el número de bajas.

Los vídeos de Prigozhin han supuesto, además de un ultimátum, un golpe frontal al Kremlin. otra prueba de que las grietas en las paredes del recinto moscovita se agrandan. y ello, en vísperas del desfile del día de la Victoria, mañana día 9. un acontecimi­ento en el que Putin no podía permitirse el lujo de acudir a la plaza Roja de Moscú sin parecer que tiene el control absoluto de cuanto sucede en el frente de batalla.

Moscú cede a las amenazas del Grupo Wagner y le promete cuanta munición precise

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