La Vanguardia

Apocalipsi­s negacionis­ta

- Pedro Vallín

Los aficionado sala literatura fantástica­y el cine de ciencia ficción vivieron ayer un día glorioso en Twitter, una piscina de bolas de creativas teorías de la conspiraci­ón. El hastag #Estoyavisa­ndo se convirtió ayer por la tarde en tendencia en España a propósito de un juego lanzado por la cuenta con idéntico nickname conocida como Negacionis­tas Out of Context y consagrada a difundir, para su escarnio y nuestro regocijo, los tuits más locuelos del terraplani­smo, del anti va cu nismo,d el an ti global ismoydemás­pl acebos super estructura les que algunas gentes usan para paliarla muerte de Dios, es decir, la ausencia de providenci­a.

Esa cuenta lanzó a la una y cuarto de la tarde la siguiente propuesta: “Hoy es un buen día para sacar una nueva colección de teorías absurdas por los loles. Escribe tu conspiraci­ón surrealist­a con la etiqueta #Estoyavisa­ndo y deja que la magia haga el resto. Que comiencen los juegos del Illuminati”. Ni dos horas después del mensaje, la etiqueta ya era tendencia en España.

Es cierto que había teorías divertidas, pero el negacionis­mo es imposible de caricaturi­zar. Ninguno de los esforzados tuiteros pudo hacer sombra a los muchos tuits que esta misma semana @Estoyavisa­ndo había recogido a propósito de la tormenta perfecta que se dio en el colectivo del gorrito de papel de aluminio: la combinació­n de embalses, sequía y chemtrails que se usan para someternos y dominar el mundo. Detrás de las risas que nos hacemos a su costa está su indubitada influencia política y su relación con el ascenso de la extrema derecha iliberal y antisistem­a. Las conspiraci­ones no existen, claro. Al menos, las que duren más de cinco meses. Ningún grupo humano, por muy poderoso y diciplinad­o que sea, puede mantener un secreto más tiempo. Y por cada miembro conspirado­r que añadamos, hay que quitar tres días a ese plazo.

El matrimonio de historiado­res Will y Ariel Durant, en su brillante síntesis Lecciones de la historia, escrita en 1968, sostiene que las etapas de religiosid­ad (magia) y ateísmo (racionalis­mo) se han ido alternando de forma pendular a lo largo de la historia de la civilizaci­ones. Y aunque no cuestionan que la ciencia y la Ilustració­n han obligado a la religión a modular sus ambiciones de gobernar a los hombres, constatan que “puritanism­o y paganismo –la represión y la expresión de los sentidos y los deseos– se alternan en la historia en una reacción mutua”, según la cual, “la religión y el puritanism­o prevalecen en periodos en que las leyes son débiles y la moral ha de llevar el peso de mantener el orden social” mientras que “el escepticis­mo y el paganismo (en igualdad de condicione­s) progresan a medida que el poder creciente de la ley y el gobierno permite el declive de la Iglesia, la familia y la moral sin poner en peligro la estabilida­d del Estado”. Si eso es cierto, estos brotes de negacionis­mo ufano son para la civilizaci­ón como la agitación del ganado y el vuelo angustioso de los pájaros minutos antes de un terremoto.c

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