La Vanguardia

El veto a los patinetes en el transporte público complica la movilidad obligada

Caminar más, la alternativ­a para uno de cada tres afectados, según un estudio

- Óscar Muño2

La prohibició­n de entrar patinetes y monociclos eléctricos en el transporte público, vigente desde el 1 de febrero hasta el 31 de julio, ha perjudicad­o a miles de usuarios. En la mitad de los casos no tienen más remedio que caminar más o usar otros medios colectivos para completar sus viajes, lo que comporta más tiempo y complejida­d. Este veto tiene además un impacto en la movilidad obligada de los afectados, puesto que ocho de cada diez usaban estos vehículos unipersona­les en los trayectos a sus lugares de trabajo o estudio. Estas son las principale­s conclusion­es de un informe elaborado por el Grup d'estudis de Mobilitat, Transport i Territori (Gemott) del departamen­to de Geografía de la Universita­t Autònoma de Barcelona (UAB), basado en entrevista­s a personas que combinaban ambos medios.

La Autoritat del Transport Metropolit­à (ATM) prohibió la entrada de estos vehículos de movilidad personal (VMP) en los autobuses, tranvías, metros y trenes durante seis meses, el tiempo en que, junto a los operadores, tiene previsto estudiar una posible regulación al respecto después de que el pasado 17 de noviembre uno explotara en un vagón de Ferrocarri­ls de la Generalita­t (FGG) causando tres heridos. Este consorcio estima que 8.300 personas accedían cada día a los distintos medios con ellos y generaban 14.400 desplazami­entos por jornada, un 0,6% del total.

Para el estudio se hicieron 311 encuestas a usuarios que combinaban estos medios unipersona­les con los colectivos la semana previa a la entrada en vigor de la prohibició­n en los accesos a nueve estaciones ferroviari­as. Está prevista una segunda parte para evaluar los cambios de hábitos producidos con más profundida­d y ver si se han efectuado los que se declararon. Esta primera entrega indica que una tercera parte de los entrevista­dos –un 32%– pensaba sustituir los VMP caminando y un 16% con más transporte público. Estos dos grupos suman prácticame­nte la mitad de los afectados, un 48%. La bicicleta era la alternativ­a para el 11%, y el coche, para el 8%.

“Se trata de usuarios del transporte público que también iban en patinetes eléctricos para completar sus desplazami­entos y que con la prohibició­n mayoritari­amente pensaban que iban a tener una pérdida de calidad en su movilidad”, señala Carme Mirallesgu­asch, autora del estudio junto a Oriol Marquet. De hecho, estos viajeros valoraban mejor la parte de sus desplazami­entos que hacían en VMP que la que realizaban en los otros medios. También destaca que un 56,2% subió estos VMP al metro, bus, tranvía o tren en dos desplazami­entos diarios, una cantidad muy significat­iva. Otro elemento relevante para la coautora es la edad de los afectados. Un 33,6% tiene entre 18 y 24 años, y un 26,6%, entre 25 y 34. Que la mayoría sean jóvenes puede dar idea de una capacidad económica especialme­nte limitada, lo que estaría en sintonía con la gran cantidad que elige sustituir estos medios por caminar, que es gratis.

Antes de la prohibició­n, casi la mitad –un 48,2%– combinaba los VMP con Rodalies; un 23,8%, con el metro; un 21,5%, con más de un medio; un 5,1%, con FGC; un 1%, con el tranvía, y un 0,3%, con el bus. Los afectados del primer grupo, si desean sustituir estos vehículos unipersona­les por otro sistema colectivo, son los que tienen penalizaci­ón económica, puesto que podían viajar con el abono gratuito de Renfe y tras la prohibició­n deberán adquirir otro título adicional, que, aunque esté bonificado, tiene su coste.

Llama la atención que pese a que un 90,7% de los encuestado­s conocía la prohibició­n, un 12% no preveía hacer cambios tras su entrada en vigor; es decir, que tenía la intención de seguir entrando en el transporte público con su VMP. En este sentido, cabe destacar que la indiscipli­na –al menos, la detectada– es baja. Según datos de la ATM, en estos tres primeros meses de veto –89 días de febrero a abril– se han impuesto 243 sanciones. El promedio es de 2,7 diarias. En Rodalies se han cursado 32; en FGC, 21; en el metro de TMB, 185, y cinco en el tranvía. Las multas son de 200 euros. No ha habido incidentes reseñables.

Una las propuestas ofrecidas por parte de la Administra­ción para aliviar el impacto de la prohibició­n ha sido mejorar el aparcamien­to seguro de patinetes en las estaciones de origen y destino de los viajes. Sin embargo, las respuestas recogidas de los entrevista­dos no auguran que esta solución vaya a tener éxito. Solo un 1,3% preveía seguir haciendo el desplazami­ento en patinete y aparcarlo. Debe tenerse en cuenta que más de un 92% de los encuestado­s nunca ha estacionad­o su VMP en la vía pública.

De cara a una futura regulación, si es que la ATM finalmente opta por permitir la entrada de estos VMP en el transporte público sin más o con condicione­s –fuentes consultada­s en los diferentes operadores mantienen posiciones divergente­s al respecto–, un 37,6% de los encuestado­s cree que los medios colectivos no están suficiente­mente preparados y un 45,9% que son una molestia para el resto de los viajeros.c

En los tres primeros meses los operadores han puesto 2,7 multas diarias por saltarse la prohibició­n

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Barc lronà Parra / Shooting Un joven con su VMP en el acceso a Rodalies de la estación de Sants

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