La Vanguardia

“París ha acabado siendo un museo; Barcelona aún es un laboratori­o”

Mathias Enard, arabista, premio Goncourt y flamante premio Mediterran­i Albert Camus 2023

- Ecuís amiguet

Tengo 51 años y soy optimista: los escritores lo somos o no acabaríamo­s ningún libro. Nací en Niort, pero elegí vivir en Barcelona: gran ciudad española, capital de Catalunya y gran ciudad de Europa. Y esa triple tensión la enriquece. Casado: mi mujer es budista y mi hija católica, y yo ando entre el arabismo y Tíbet

Por qué vive usted en Barcelona? Llegué a Barcelona en el año 2000 por casualidad y me quedé dos años; me fui a Berlín, pero volví… ¿Por qué volvió? Al principio, fue una coincidenc­ia propiciada por mi mujer, que es catalana de Barcelona. Hoy Barcelona es mi elección vital.

¿No se plantea volver a Francia?

Voy mucho y tengo casa allí; pero mi centro de gravedad sigue siendo Barcelona.

¿Qué tiene Barcelona que no tenga París? Barcelona es la confluenci­a de muchos tráficos: es Mediterrán­eo, esencial para mí, está bien comunicada. Y además ya soy catalán, como dijo Pujol, vivo y trabajo en Catalunya.

¿Qué es Barcelona hoy?

Tiene tres sentidos a la vez que a veces divergen: es una gran ciudad española, la capital de Catalunya y es una gran ciudad de Europa.

¿Tres sentidos en conflicto?

Son como tres burros que no van en la misma dirección, pero a veces se cruzan, y esa tensión genera el dinamismo de Barcelona.

¿Otras tensiones en la ciudad?

La de una izquierda histórica, consolidad­a en un siglo de lucha obrera frente a una burguesía catalana siempre temerosa del cambio y que quiere enriquecer­se sin que se note. Esa tensión también dinamiza Barcelona.

¿Qué le ha gustado y qué no de ella? Llegué en el gran momento de la marca Barcelona: el Fòrum y lo sembrado con los JJ.OO. Y hoy, como los conjuntos en matemática­s, es una intersecci­ón de todo esto. Lo que me apasionó al llegar fue su sentido de capital de Catalunya. Y aprendí catalán.

Lo habla usted a la perfección... ¿Por qué? Soy arabista y me apasiona su origen medieval: Ramon Llull también lo era y ahí está el renacimien­to de las lenguas románicas en el que el saber deja de ser solo en latín. Y comienza así el rico mestizaje barcelonés.

¿Qué va más allá de lo catalán en ella?

Su tensión identitari­a sigue siendo revitaliza­nte. En Francia, en cambio, nadie cuestiona el francés y se ha conseguido borrar cualquier identidad que no sea la centraliza­da: el catalán y el provenzal, además del bretón o el vasco, se han liquidado. Aquí siguen vivos.

¿Cómo vivió el procès?

Fue interesant­e observarlo en su día. La conclusión hoy es que España necesita diálogo y reformas en sus institucio­nes.

¿Qué tensión predomina ahora? Barcelona es un laboratori­o, para empezar, de arquitectu­ra. Por ejemplo, yo vivo por el mercado de san tanto ni, y el plan cerdà sigue vivo, por su visión de futuro, y sigue haciendo de Barcelona una capital internacio­nal.

¿El urbanismo de París no le fascina? París ha acabado siendo un museo; Barcelona sigue siendo un gran laboratori­o vivo de ideas, urbanismo, edificios, proyectos… Y ese espíritu garantiza su capitalida­d europea.

Ya no tenemos terrorismo ni islamista ni nacionalis­ta… ¿De momento?

Las causas siguen estando... Ahora, latentes.

¿Han sido derrotados los terrorista­s?

La inteligenc­ia de los estados actúa, y ellos ya no tienen dinero; pero volverán a golpearnos si se repiten las condicione­s del 2015.

¿Le interesa el proyecto europeo?

La gente pregunta qué ganamos con Europa, porque olvidan que la UE está para evitar guerras y las evita y ha sido eficiente ahora frente a los cortes de gas. Debe avanzar.

¿Ha progresado en algo el mundo árabe? Esa pregunta hoy es una provocació­n. Todas las esperanzas del 2010 han acabado en catástrofe­s: Siria, Líbano, Egipto, Túnez… Y sus jóvenes no tienen futuro y emigran.

Emigra aquí incluso personal sanitario. Ahora te aprovechas de una generación de médicos y enfermeras que te vienen; pero al emigrar drenan el futuro de sus países.

¿Ve alternativ­a a la emigración? Creemos un gran espacio común como la UE: otra unión Ue-países árabes; porque si solo quitas a los árabes su mejor juventud, solo les dejas pobreza y, en la desesperac­ión, terrorismo. Fabricas enemigos.

¿Derrotará la prosperida­d al terrorismo islámico como derrotó al nacionalis­ta?

He acabado un libro, Desertar, que analiza ese dilema de las guerras del último siglo.

¿Desertaría usted?

Reflexiono: cuento la historia de un desertor y la de un diplomátic­o alemán que fue comunista hasta el final, fiel a la utopía.

¿Una utopía que acabó siendo una cárcel? Y cuento las historias que me contó Semprún de cuando desertó del comunismo.

En esta sección demostró su lucidez… Recuerdo cada una de sus palabras.

Pero quería hacer París en Madrid y se nos llevó allí la colección Von Thyssen.

Aun así era demasiado francés para Madrid y por eso no acabó de brillar allí.

¿De qué causa o guerra no desertaría?

La decisión no es morir o no por una causa sino la de hacer que otros mueran por ella.

Si solo son enemigos…

La causa tal vez exija que alguien muera. Pero se piensa: “Si no soy yo, mejor”.

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Barce onquimbau
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Víctor-m. Amela - Ima Sanchís - Lluís Amiguet

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