La Vanguardia

Vota ‘Sálvame’

- Isabel Garcia Pagan

En la historia de la televisión en España hay dos expediente­s X sin resolver. Todo el mundo ve los documental­es de La 2, pero la audiencia registrada es paupérrima. El otro ha durado 14 años: nadie ve Sálvame, pero es líder de audiencia desde que nació, hasta que la nueva dirección de Mediaset decide prescindir de Jorge Javier Vázquez y su tropa. Prescindir de aquella manera, porque el presentado­r tiene contrato hasta el 2025.

“¿Y ahora qué vas a hacer?”. Si una madre lanza esa pregunta, vienen curvas. Si quien pregunta es la madre de J. J. Vázquez en Instagram, es una mina. Diez segundos, 700.000 visualizac­iones, 30.000 likes y una ola de solidarida­d tras años de desaires intelectua­les. Los vídeos de Sálvame tienen más de 2,2 billones de audiencia en Tiktok, y ha sabido trasladar su plató a la taberna de Twitter con hashtags que son historia de la tele. #Salvamenos­etoca es su última tendencia y sus seguidores han convocado una concentrac­ión el 1 de junio ante la sede de Mediaset.

El neoreality ha roto todas las reglas de la ciencia televisiva. Nunca un programa de cuatro horas salió tan rentable. Los personajes se fagocitan, lloran, ríen, se disfrazan, hacen la croqueta, se lesionan, mueren… Las reuniones de guion se airean, los directores reprenden a pie de plató y nadie dice “son cosas del directo”, porque ser incontrola­ble es su esencia.

¿Con Sálvame se acaba la telebasura o se destapa una batalla ideológica por el control del relato en las television­es privadas? “Este es un programa de rojos y maricones y a quien no le guste, que no lo vea”. Jorge Javier Vázquez no se esconde. Manuela Carmena, el PSOE en las autonómica­s de Madrid y Yolanda Díaz con su Sumar. Se enfrenta a Mario Vaquerizo y Alaska por sus amistades populares… Ahora Ana Rosa Quintana ocupará la mañana –la tertulia política– y la tarde de Telecinco “hasta las elecciones”. ¿Telebasura o giro a la derecha?

El debate tuitero está servido. Gabriel Rufián: “Ha hecho mucho más Jorge Javier Vázquez diciendo que el fascismo, el racismo y la homofobia son bazofia que mil campañas políticas y para telebasura, algunas tertulias y telediario­s de insignes periodista­s”. Y Pablo Iglesias, en su cruzada televisiva particular, trolea al respetable ofreciendo trabajo al presentado­r.

Lo que debería preocupar y ocupar es la función social que se atribuye ahora al programa como entretenim­iento de “ancianos solitarios” que se ríen con los bailes de Lydia Lozano. “Prefiero eso a que les metan miedo con los okupas o la pérdida de sus pensiones” con Ana Rosa, concluye un tuitero. ¿Los pobres no votaban la ultraderec­ha? En la tele, votaban Sálvame.c

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