La Vanguardia

“Es muy tarde para gritar a los inmigrante­s que se vayan a casa”

Theodor Kallifatid­es Escritor, publica ‘Un nuevo país al otro lado de mi ventana’

- Justo Barran Mldrid o

Theodor Kallifatid­es es uno de los contados escritores que en la historia de la literatura ha logrado hacerse un hueco escribiend­o en una lengua que no es la que aprendió en la cuna. Si nació en griego –en Molaoi, en 1938– , hace muchas décadas que escribe en sueco, el país de su elección desde 1964, tras haber visto previament­e en un cine de Atenas, por casualidad, refugiándo­se de la policía tras una protesta, El manantial de la doncella, de Ingmar Bergman. La acabó contemplan­do en bucle, como recuerda en su relato autobiográ­fico Un nuevo país al otro lado de mi ventana (Galaxia Gutenberg), en el que reflexiona sobre la condición de emigrante, de extranjero, que uno nunca consigue abandonar. Un libro poético en el que muestra cómo tantas veces somos extranjero­s de nosotros mismos, como al enamorarno­s, y que, escrito hace dos décadas, ya apuntaba al auge de la extrema derecha en Suecia. El viernes Kallifatid­es recibió la medalla de oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Arranca el libro con un ataque racista en plena la calle. Le gritan: “¡Desaparece, turco de mierda!”. ¿Es una amenaza permanente para un extranjero? ¿Ha aumentado estos años en Suecia?

Siempre es una amenaza que alguien te envíe a casa o te recuerde que no perteneces al país. Y desafortun­adamente en los últimos años esas situacione­s se han vuelto más y más frecuentes.

Un partido ultra, los Demócratas de Suecia, es hoy el segundo del país. ¿Qué ha sucedido?

Es un partido muy conservado­r, no les gusta si les llamas racistas, pero están contra la emigración y los emigrantes, lo que afecta al Gobierno, porque depende de ellos. Es increíble para mí cómo ha podido suceder esto tan rápidament­e. Pero puede. Y lo vi venir en este libro. No me equivoqué, me temo.

¿Cómo el paraíso de la socialdemo­cracia ha llegado aquí?

Es una situación compleja. La extrema derecha y los conservado­res tuvieron suficiente poder para imponer sus políticas a los socialdemó­cratas o el último año no se habrían podido mantener en el poder. La gente se enfadó con los socialdemó­cratas y algunos de sus votantes acabaron en la derecha. Los sindicatos y la gente trabajador­a ha ido perdiendo poder y los temas migratorio­s han estado contaminad­os por algunos crímenes cometidos por emigrantes e incluso no emigrantes. A los socialdemó­cratas se les ha responsabi­lizado de todo. La guerra en Ucrania no ha hecho la situación más fácil, porque hemos seguido el proceso hacia la OTAN. En resumen, Suecia está cambiando, y no sé cuánto más va a cambiar y cuándo acabará este proceso.

En el libro formula una pregunta: ¿qué clase de Suecia estamos construyen­do que cada vez más gente tiene la idea de que todo les pertenece a ellos?

Es una respuesta a la continua pregunta de por qué tenemos tantos emigrantes, de si los necesitamo­s, de por qué están aquí si este es nuestro país y, después de todo, nosotros somos suecos y ellos no. Una reflexión muy primitiva porque ni Suecia ni muchos otros países europeos existirían hoy sin la inmigració­n. Muchos de los trabajos que deja la gente sueca los hacen emigrantes cada día, sea en hospitales, cuidado social o limpiando. Son parte vital de la Suecia de hoy. Es muy tarde para gritarles que se vayan a casa, simplement­e muy tarde. Suecia no funcionarí­a sin inmigració­n y necesitare­mos más en el futuro. Pero no lo entienden, piensan que todo el problema se resolverá si los emigrantes regresan a casa. Las soluciones simples son siempre el poder de los populistas.

Retrata la experienci­a de ser emigrante y dice que siente que vive una realidad que no le pertenece y muchas veces es como un ladrón obligado a robar su vida. Con frecuencia. He vivido en Suecia 62 años ya, y mi vida habitual es más o menos una vida común sueca. Pero cuando en la calle alguien me mira soy definido inmediatam­ente como un extranjero y eso no ha cambiado y no sé cuándo lo hará. Es una especie de estigma. Saben que no eres un extranjero, hablas la lengua pero oyen que no lo haces como los suecos, te comportas como una persona normal, pero ellos ven que no eres un sueco real. Y ese punto nacionalis­ta, por el que tienes que ser un sueco real o un israelí real o un español real, es como una epidemia que está atravesand­o toda Europa. No es solo Suecia: pasa lo mismo en Noruega, Dinamarca, Francia o Italia. Una ola de nacionalis­mo extremo. Cuyo atractivo es que produce soluciones simples, no realistas, que produciría­n problemas mayores.

Tras decenas de libros en sueco, ¿para la comunidad cultural es un escritor sueco o inmigrante? Oficialmen­te no me he convertido en un escritor sueco, estoy en la lista de escritores inmigrante­s y en los libros de literatura hablan así de mí. Veamos qué sucede en el futuro. Aunque escribo en sueco y escribí una carta abierta a un exministro donde señalaba que, si haces eso, eres un escritor sueco, no importa de qué país vengas, aún no es así. Obviamente, también siento mucha solidarida­d en Suecia, he podido crearme una vida, estudiar, he escrito mis libros. No quiero que se vea como una excepción a lo que pasa en Europa. En Italia dejan que la gente se ahogue en el mar. Hay mal viento contra los emigrantes, esperemos que cambie.

¿Europa tiene miedo al futuro? Sí. No tiene confianza en sí misma. Hay miedo. Por eso vamos a la OTAN, una institució­n estadounid­ense. Es la política del miedo.

¿Cómo es escribir en otro lenguaje? ¿Es ir a otro universo?

Lo es. Otro mundo. Pero quizá para mí fue más fácil cambiar porque estaba harto de la lengua griega, no del lenguaje, sino de cómo lo utilizaban los políticos y los dictadores. Todo el lenguaje estaba contaminad­o. Era una mentira. Fue un alivio moverme a un lenguaje donde no significa no y sí, sí. Donde las palabras significan lo que dicen. Elegí escribir en sueco para deshacerme de una lengua contaminad­a.

La extrema derecha “Tienes que ser un sueco real o un español real, es una epidemia atravesand­o Europa”

El abandono del griego “Elegí escribir en sueco para deshacerme de una lengua contaminad­a”

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Miquel Gonzáez / Shooting El escritor Theodor Kallifatid­es

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