Conciencia y groove
(*) Galeries adherides al Gremi de Galeries d’art de Catalunya.
Al brasileño Leandro Roque de Oliveira le llamaron Emicida cuando se convirtió en el rey de los desafíos improvisados en la periferia de São Paulo. Porque era un MC que mataba, metafóricamente, a los adversarios con ingeniosas rimas. De los concursos pasó a las mixtapes y a convertirse en un faro, no solo del hip-hop sino de la actual MPB (música popular brasileña). Todo gracias a una trilogía, culminada por Amarelo, que completa un documental para Netflix donde aprovecha para explicar la historia de la oprimida cultura negra, que tanto ha contribuido a forjar la identidad brasileña.
De la favela a una fama que le ha llevado al periodismo, a
De la favela a la fama: lejos de las rimas airadas, que también las tiene, lo suyo va de melodías cadenciosas
la moda y a llenar la sala Apolo en su actual gira europea. Los fans se sabían de pe a pa las letras, y corearon con fruición desde la inicial É tudo para ontem. Acompañado por guitarra, bajo y batería, dejó claro que lejos de las rimas airadas, que también las tiene, lo suyo va de melodías cadenciosas. Así sopló una flauta travesera, acentuando el mood melancólico de A orden natural das coisas, que empalmaron con el clásico Chiclete com banana de Jackson do Pandeiro. Luego no faltó tampoco Chega de saudade, canción fundacional de la bossa nova de João Gilberto, evidenciando su conexión con la tristeza.
Se sucedieron los himnos: Quem tem um amigo (tem tudo), Pequenas alegrías da vida adulta y Cananéia, Iguape e Ilha Comprida que enlazaron con Baiana, la canción que grabó con Caetano Veloso, y Madagascar, rescatada de su disco africano. El repertorio fue similar al de su último álbum, Amarelo ao vivo, e incluyó las dos canciones que ha hecho con el dúo francocubano Ibeyi, la trilingüe Hacia el amor y un Libre que sirvió para coronar el bis, junto a un Passarinhos convertido en epítome de un ideario cuya conciencia de clase y política va de la mano con el groove.c