La Vanguardia

Quédate, por mucho tiempo

Quevedo reúne a más de 4.000 personas en la primera de sus dos noches en el Sant Jordi Club con el reguetón de ‘Donde quiero estar’

- Sergio Lozano Barcelona

Chándal, camiseta blanca y micro en mano, Pedro Luis Domínguez Quevedo saludó a las más de 4.000 personas reunidas este viernes en el Sant Jordi Club para bailar al ritmo de su música. No hay trampa ni cartón en sus palabras, tampoco en el escenario vacío sobre el que actúa a solas con sus letras reguetoner­as. “Yo que solamente puse mi mano / y diosito me entregó el don”, dice el músico de Las Palmas en su arranque con Ahora qué, coreada con fervor por el público que ayer agotó las entradas, hoy lo volverán a hacer.

Con 21 años, diez menos que C. Tangana, Yung Beef o Rosalía, Quevedo pertenece a una nueva generación de la urbana que demuestra la consolidac­ión de géneros como el trap o el reguetón, y arrastra a un público que ya no es solo veinteañer­o. El canario deja atrás su timidez cuando sube al escenario con ropa de calle, se presenta con su apellido, sin dorados, gafas de marca ni tatuajes en el rostro. “No me las doy de gángster ni de sicario / pero tengo un coleguita en cada barrio”, canta, y lo demuestra subiendo al escenario en cada concierto a compañeros canarios como Juseph o La Pantera. Tampoco hay banda a su lado, ni plataforma­s ni adorno, solo las luces en una relativa desnudez que no impidió a Quevedo hacerse dueño del público.

A lo largo de hora y media, el canario desgranó su bailable repertorio compuesto en apenas dos años, pandemia incluida, presentand­o los temas de Donde quiero estar, reguetones melódicos de amor, sexo y juergas como la vitoreada Playa del inglés o Chamaquita, algunas como Punto G (“Ese culito quiere que lo estrelle / No me olvido de perreito en el muelle”), con letras que pusieron a prueba la capacidad de los padres para ignorar lo que cantaban sus retoños. Mientras, pasaban por el escenario invitados como Linton, que le acompañó al piano en la melancólic­a Me falta algo, pequeña pausa que el músico aprovechó para cambiar su vestuario por gabardina, gorra y camiseta negra. También hizo su aparición Maikel Delacalle para interpreta­r Mi nena. Aunque la invitada sorpresa fue Lola Indigo, que este sábado actúa en el Sant Jordi y que anoche cantó Tonto junto con el Canario. Historias de amores y desamores, al fin y al cabo, como así la entienden los cientos de miles de seguidores que se identifica­n con letras recordando “cuando hablábamos en el corona”.

Acompañand­o a estos temas sonó alguna versión como Real G, de Bad Gyal, junto a clásicos –o sea, del 2021– como Piel de cordero, que interpretó con La Pantera, o Ahora y siempre. Un festín de graves que apuró la sonoridad del recinto mientras sonaba el autotune que caracteriz­a al músico para calentar al público antes de despegar hacia Cayó la noche con la troupe canaria en el escenario y, para cerrar, la Bzrp Music Sessions, Vol. 52, o lo que es lo mismo, “Quédate”, el tema que catapultó a la fama a Quevedo de la mano de Bizarrap, y que anoche cerró el concierto para certificar el éxito del artista que, a golpe de rimas y solo de eso, se ha ganado un nombre en el mundo de la urbana.

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Mané Espinosa Quevedo saludando al público que llenó el Sant Jordi Club
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