Turismo y sequía
Este año las perspectivas apuntan que puede alcanzarse el récord de turistas del 2019 o acercarse mucho. Esto quiere decir que en el conjunto de todo este 2023 pueden visitar España 83 millones de personas, al igual que antes de la pandemia. Si es así, ello supondrá la plena recuperación del primer sector económico del país y el que mayor empleo genera, tras la brutal crisis sufrida a causa de la covid.
Estas buenas perspectivas, que ya se empezaron a confirmar durante la Semana Santa, se ven ensombrecidas ahora por la amenaza de la sequía, sobre todo en Catalunya y Andalucía, que son las comunidades que más turistas reciben (si se mira procedencia internacional y nacional) y en las que hay más escasez de agua.
Desde la Generalitat se asegura que el plan de excepcionalidad por la sequía actualmente en vigor ya se diseñó teniendo en cuenta el aumento del turismo en los próximos meses. Eso quiere decir que, pese a la escasez, habrá agua para todos este verano. Ello exigirá, sin embargo, que el gasto de agua de los establecimientos turísticos –desde hoteles hasta cámpings y apartamentos– se ajuste, como en otros tipos de consumo, al máximo que se ha establecido por ahora como dotación de los municipios de 230 litros por habitante y día.
Resulta muy difícil, sin embargo, arbitrar controles para garantizar su cumplimiento. Desde la Generalitat se apela a la responsabilidad del sector turístico y de los propios visitantes. Para ello, se intensificarán las campañas de concienciación sobre la necesidad de ahorrar agua. El mensaje central dirigido a los turistas es: “Llévate los recuerdos, no el agua”.
El sector turístico en general está muy concienciado sobre la necesidad de ahorrar agua, ya que para las empresas supone un importante gasto que intentan reducir al máximo. La Generalitat y el sector destacan que se han hecho los deberes y en los últimos siete años se ha reducido el consumo entre un 40% y un 50%. Pero ahora es necesario que se extremen las medidas.
El hecho de que, en un escenario de sequía, los ciudadanos sientan que deben compartir el agua disponible con visitantes de fuera, que vienen a disfrutar de sus vacaciones, puede agravar el clima de rechazo al turismo (la turismofobia) que existe entre algunos grupos de la población. Desde el sector turístico, ante este hecho, se reivindica la importancia de su actividad para la economía y el empleo, se destaca esa reducción a la mitad del consumo de agua de los visitantes en los últimos años y se reafirma el compromiso de seguir con el refuerzo de las políticas de ahorro.
Catalunya no puede ni debe renunciar a su potente sector turístico, como tampoco puede renunciar a la agricultura ni a la industria. Todos los sectores deben ajustarse a las limitaciones y transformaciones que comporta la grave sequía actual. El sector turístico también debe realizar un profundo replanteamiento ante el futuro inmediato. Pero es fundamental, en la necesaria nueva cultura del agua, que se aceleren al máximo las infraestructuras de ingeniería hídrica para garantizar el suministro de agua que se necesita, con independencia de la lluvia. Los medios y la tecnología ya existen: desde mayores desalinizadoras verdes, alimentadas con electricidad renovable, hasta los sistemas de reutilización del agua existente.
Existe el riesgo, también, de que la situación de grave sequía que sufre Catalunya, así como otras áreas de España, pueda provocar un pinchazo de las excelentes perspectivas turísticas. Algunos medios internacionales han alertado sobre el calor extremo que puede hacer este verano en España. Pero no parece que la meteorología vaya a influir mucho en las decisiones de hacer vacaciones en nuestro país. Por el momento las reservas se sitúan en niveles muy elevados. En el sector turístico, en cualquier caso, se vive una sensación agridulce entre el optimismo y la preocupación. La situación exige estar alerta.
La Generalitat pide al sector turístico que extreme al máximo el ahorro de agua