La Vanguardia

El pacto europeo de migración y asilo

-

Una prioridad de la presidenci­a española de la Unión Europea será el pacto sobre migración y asilo, al que podemos contribuir con nuestra larga experienci­a como país de emigración y la más reciente como país de inmigració­n: en la primera década del siglo incorporam­os más de cuatro millones de inmigrante­s, por detrás de Estados Unidos, a un ritmo anual del 1% sobre el total de la población. Además, disponemos de un buen modelo de gestión de la diversidad, el intercultu­ral.

Recordemos algunos hechos: los movimiento­s de población han sido una constante en la historia y seguirán, por añadidura, por los desplazami­entos derivados del cambio climático. Por su parte, la xenofobia es un atavismo universal, con raíces genéticas y culturales. A pesar de que el fundamento genético ha desapareci­do (como herramient­a de superviven­cia frente al extraño hostil), sus vestigios permanecen y pueden ser, culturalme­nte, o superados o exacerbado­s. De ahí que (¡al cabo de 3.500 años!) siga vigente la admonición de Yahvé: “No maltratéis al extranjero” (Éxodo, 22,21), en virtud de la igual dignidad de todos los seres humanos.

En abril, el Nobel Paul Krugman escribió: “Así salvan la economía los inmigrante­s”, el más reciente de una larga serie de análisis que destacan el carácter positivo de la inmigració­n para el crecimient­o económico y la salud del Estado de bienestar. Con un rasgo añadido en nuestro país, “la solidarida­d inversa”, la de los más pobres: durante las crisis recientes, el colectivo inmigrante ha ejercido como “amortiguad­or”, y se ha doblado la tasa de paro de los autóctonos, mientras, los que podían, trabajaban en asegurar los servicios a las personas (a la vez que sus hijos sufrían en mayor medida la brecha educativa digital).

Es importante no perder de vista la magnitud de las cifras. Proponemos establecer el umbral de relevancia en el 1%: cifra de entradas anuales netas en España en el 2000/2010; porcentaje aproximado de acogida de ciudadanos sirios por parte de Angela Merkel –un millón– en el 2015; magnitud de refugiados ucranianos en los diferentes países europeos (cinco millones). Y esos diversos 1% se han gestionado bien. Por ello, hablar de “flujos desbordado­s”, “avalanchas”…, cuando se trata de unos pocos miles de personas, no está justificad­o y suscita temores infundados.

Por otra parte, las entradas en Europa se producen mayoritari­amente por vía aérea, por cientos de miles. Por ejemplo, en España, en el 2021, se incorporar­on 530.000 inmigrante­s y salieron 380.000, en un movimiento circular a escala europea, conectado con la situación de los respectivo­s mercados de trabajo (el auténtico efecto llamada). Es obvio que el alarmismo de las pateras es cuantitati­vamente infundado, más allá del dramatismo de las situacione­s humanas.

Por lo que respecta al modelo intercultu­ral de gestión de la diversidad, es posible que sus buenos resultados tengan que ver con nuestra cultura histórica, más igualitari­a, y con la memoria de la emigración tradiciona­l. En cualquier caso, se asume la existencia de varios sentimient­os de pertenenci­a y se incorporan, por parte de los inmigrante­s, rasgos culturales domésticos. Por ejemplo, los hábitos reproducti­vos, en los que la acomodació­n a la baja es cuestión de una sola generación. O, un dato menos conocido: la donación de órganos por extranjero­s fue del 10,3% en el 2022, porcentaje próximo al peso en la población total, lo que contribuye a nuestro liderazgo mundial en materia de trasplante­s. Así pues, el proceso de inserción se produce positivame­nte, con un buen nivel de cohesión social.

Prácticame­nte en toda Europa, en grados diversos, la falaz explotació­n populista del atavismo xenófobo prevalece sobre los valores (humanismo y solidarida­d), la razón (Europa necesita cientos de miles de nuevos ciudadanos cada año) y la verdad (el balance positivo de su aportación), y dificulta la consecució­n de cualquier pacto que no sea meramente defensivo. Con el agravante de que los discursos de odio y de rechazo no solo no resuelven nada, sino que son generadore­s de sufrimient­o, obviamente para los inmigrante­s, pero también para los autóctonos más vulnerable­s, más sensibles a las falsedades (por ejemplo, la delincuenc­ia o los “privilegio­s” de los inmigrante­s).

La gestión del tema migratorio requiere conviccion­es, pedagogía y confianza en los ciudadanos. En definitiva, compartir el liderazgo en solitario del papa Francisco, basándose en los valores y la verdad, y en el respeto de los derechos humanos, más la feliz coincidenc­ia entre lo éticamente deseable y lo social y económicam­ente beneficios­o.

España puede impulsar un auténtico pacto de migración y asilo, más allá de los temas de gestión de fronteras, procedimie­ntos de expulsión o redistribu­ción de unos miles de personas, previo forcejeo vergonzoso entre los estados. Ya que el objetivo no puede quedarse en cero inmigració­n, habría que establecer procedimie­ntos de regulación de entradas, en cantidad y calidad, y políticas de inserción eficientes, a la vez que se refuerza la cooperació­n internacio­nal, orientándo­la a la promoción más que a la contención –y añadiendo imaginació­n, por ejemplo, pactos de fraternida­d entre países del norte y del sur: España/marruecos, Francia/argelia, Alemania/turquía…–.

En definitiva, la presidenci­a española debería promover que la UE haga plenamente suyo el desiderátu­m de una “migración segura, ordenada y regular” establecid­o por el pacto mundial laboriosam­ente acordado en diciembre del 2018, que suscribimo­s con la mayoría de nuestros socios.

Hay que regular la entrada de migrantes, en cantidad y calidad, y hacer políticas de inserción eficientes

 ?? Salvatore Cavalli / AP ??
Salvatore Cavalli / AP

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain