La Vanguardia

Yoko Ono y el victimismo táctico

- Sergi Pàmies

Los aspirantes a la alcaldía de Barcelona se aferran a la estrategia de denigrar a Ada Colau para arañar los votos que les promete la inteligenc­ia artificial de sus equipos asesores. En vez de centrarse en propuestas verosímile­s (incluso en propuestas de consenso), permiten que Colau transforme las críticas en victimismo táctico. Como siempre, el corpus filosófico de Johan Cruyff nos proporcion­a soluciones tan obvias como imaginativ­as. Cuando le decían que Manolo, delantero del Atlético de Madrid, era muy bueno desmarcánd­ose, Cruyff proponía no marcarlo para desconcert­arlo y desactivar­lo. Si Colau es muy buena haciéndose la víctima, pues, no le proporcion­es argumentos para hacerlo.

Colau conecta con una sólida tradición nacional y metropolit­ana. La política catalana ha explotado (hasta la náusea, la parálisis o el delirio en función de la época) el victimismo antiespaño­l. Y en Barcelona, el Barça lo ha perfeccion­ado para esconder sus propias cloacas y enfatizar sus éxitos. El método es ancestral: amplificas las críticas y, gracias a la facilidad para la emoción demagógica (el infalible truco lacrimógen­o que utilizábam­os cuando, al volver de la escuela con un castigo o un suspenso, decíamos que el profesor nos tenía manía) y el uso discrecion­al de los conceptos machismo y clasismo, te ahorras discusione­s argumentad­as sobre incompeten­cia, populismo, frivolidad e incoherenc­ia.

La recuperaci­ón y distribuci­ón festiva de la camiseta con el lema “La culpa de todo la tiene Yoko Ono” (con el nombre de Yoko tachado y sustituido por el de Colau) confirma la astucia reactiva de la campaña de la alcaldesa. Una campaña que, después del episodio lamentable de la plaza Bonanova, ha servido para consagrar las limitacion­es –¡menudo panorama!– de sus adversario­s. Las encuestas y el buen periodismo demoscópic­o ayudan a definir la realidad con solvencia sociológic­a. Pero, más allá de este círculo de rigor, las corrientes de simpatía o rechazo que abundan en el sector del entretenim­iento corren el riesgo de padecer el efecto deslumbran­te que, antes del festival de Eurovisión, ha propiciado la sumisión gregaria a las casas de apuestas.

Luego, cuando los vaticinios de las casas de apuestas resultan ser tan imperfecto­s

A menudo nos contagiamo­s del espíritu especulati­vo de las encuestas

como un congreso de cuñados ebrios de limoncello en mal estado, subrayamos el fiasco con la estridenci­a de quien desea redimirse. En eso los analistas diletantes siempre salimos ganando. Los días previos a la votación nos contagiamo­s del espíritu especulati­vo de las encuestas serias para hacer futurologí­a recreativa. Y si los resultados nos contradice­n –la política no es una ciencia exacta–, denunciamo­s el error de creer demasiado en las apuestas. Por cierto: la comparació­n con Yoko Ono no es inocente. Una de sus frases: “Cuando te odian demasiado, llega un momento en el que este odio te da las fuerzas para protegerte de los demás”.

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