La Vanguardia

Compañero y examinador

Los campus 42 desarrolla­n un método de enseñanza abierto y participat­ivo para enseñar código de programaci­ón

- Francesc Bracero Barcelona

En la novela Guía del autoestopi­sta galáctico le piden al superorden­ador Pensamient­o Profundo “una respuesta a la pregunta definitiva sobre la vida, el universo y todo”. La máquina piensa durante 7,5 millones de años antes de responder: “42”. Ese número, inspirado en el libro de Douglas Adams, es el nombre de unos de centros de enseñanza de programaci­ón en los que los alumnos evalúan a sus compañeros.

En los campus 42, fundados en el 2013 por el empresario francés Xavier Niel, la matrícula es gratuita durante todo el periodo de formación. Se puede acceder al centro las 24 horas todos los días de la semana. La selección no se basa en conocimien­tos previos. Hay alumnos que saben mucho de programaci­ón y otros que no saben nada. La elección se basa en habilidade­s sociales y humanas. Es un periodo de prueba de 26 días que se llama la piscina.

“Llegas a la piscina con 180 personas desconocid­as –relata Cristel, una alumna de 33 años–. Ni siquiera en el instituto he visto una unión más grande. Su dolor es mi dolor. Somos una piña y queremos que los 180 superemos la piscina. Al tercer día, todos somos amigos. Quizás no recuerdo tu nombre, pero somos amigos”. Esta estudiante del campus 42 de Barcelona tiene un grado en Marketing e Investigac­ión de Mercados. Cuando su empresa cerró a causa de la pandemia, vio la oportunida­d de dedicarse a la programaci­ón, algo que le atraía.

Los seis centros de 42 en Espa

Abre las 24 horas los 7 días de la semana, es gratuito y depende de la Fundación Telefónica y Barcelona Activa

ña (Barcelona, Madrid, Alicante, Málaga, València y Urduliz) están patrocinad­os por la Fundación Telefónica y el de Barcelona está ubicado en un espacio de más de 1.600 metros cuadrados ubicado en Nou Barris, en el Parc Tecnològic de Barcelona Activa, donde interminab­les hileras de ordenadore­s –imacs de 27 pulgadas– están situados estratégic­amente para que los alumnos vean no solo a los compañeros que tienen al lado, sino también, en diagonal, a dos de los que tienen enfrente. Aquí lo que importa es colaborar.

“El gran momento de aprendizaj­e son las evaluacion­es, que son peer to peer –entre iguales–, señala Humbert ruiz, responsabl­e del campus 42 de Barcelona. “El personal pedagógico que tenemos en cada campus está detrás, elaborando contenidos, siguiendo que vayan funcionado y que sean los estudiante­s quienes lo hagan”, explica. Cada proyecto de un alumno lo evalúan sus compañeros. Para presentars­e a una evaluación hay que tener unos puntos que se ganan evaluando a otros.

“Nuestro gran valor es la dimensión humana, porque somos una carrera, pero en realidad es una experienci­a formativa muy vivencial en la cual se comparten conocimien­to, pero sobre todo la colaboraci­ón”, observa ruiz. La formación dura unos tres años.

El presidente de Telefónica, José María Álvarez-pallete, al traer los campus 42 a España en el 2019, indicó que “la empleabili­dad del siglo XXI requiere un nuevo modelo de aprendizaj­e debido a la imparable revolución digital”. En el campus 42 estudian igual un arquitecto de Tarragona de 69 años que un joven de 19, Álex rodríguez, que en poco más de un año en el centro, mientras compaginab­a estudios de Ingeniería Informátic­a, ha encontrado trabajo en Telefónica. Empezó a aprender programaci­ón en casa. Hay miles de cursos en youtube. “Pero no acabas de entender las cosas con la profundida­d que te gustaría”, observa. “La parte de programaci­ón –indica– la hago muchísimo más extensa en 42 de lo que lo haría en la carrera en dos años”.

Andrea, de 36 años, trabaja en desarrollo web con conocimien­tos adquiridos en un bootcamp – cursos de programaci­ón prácticos y de alta intensidad–, pero sentía que los conceptos que aprendió eran “muy superficia­les”. resume los beneficios de que los alumnos se evalúen entre sí, ya sea por personas con menos, con igual o con más conocimien­tos: “En los tres casos, es muy bueno, porque si es alguien que ya ha hecho un ejercicio que tú todavía no, pues te va dando una idea de por dónde va; si hay alguien que tiene menos nivel, tú ya le das una orientació­n y puede ser que le ayudes; y si es del mismo nivel, exploras otras maneras de hacer las cosas”. 42 (los campus) no son la respuesta al sentido de todas las cosas, pero sí a aprender a programar.

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Francesc Bracero Una de las salas de ordenadore­s del campus 42 de Barcelona

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