La Vanguardia

Complejos e incertidum­bres

- Albert Gimeno

La incertidum­bre parece tener la intención de apoderarse de los próximos comicios en la capital catalana. Y eso que la encuesta publicada ayer por este diario no deja margen al error sobre el sentimient­o que pesa entre los barcelones­es: dos tercios de la población no quiere ni oír hablar de la gestión de Colau y la principal preocupaci­ón es la insegurida­d. Y pese a ello, los esbozos electorale­s colocan las opciones de la actual alcaldesa a una cabeza de las apuestas de Collboni y Trias. ¿No les parece muy poca diferencia para tanto hartazgo? El panorama es incierto. Habrá voto oculto, hay dudas y falta mucha movilizaci­ón.

Sobre el papel, los seguidores de Ada Colau son los más movilizado­s. Hay apóstoles de esa liturgia ideológica y también hay beneficiad­os del sistema de reparto de las subvencion­es, y, entre ambos, forman una guardia de corps fiel y rocosa. En cambio, la opción defendida por Collboni apela a un público ideológica­mente más amplio, con mayores matices, pero que ahora empieza a movilizars­e en serio. Una de las claves de la campaña estará en si las huestes del PSC logran activar del todo a su parroquia y si Collboni puede seducir a personas que, en otras condicione­s, quizás votarían diferentes opciones. Lo mismo le ocurre a Trias, a quien la vitola de representa­nte del partido más independen­tista, con permiso de la CUP, le lastra más de lo que él esperaba. A Trias le pesa Waterloo y a Collboni le incomoda la creencia de una parte de la población de que si él no gana, podría volver a pactar con Colau, un anatema que muchos de sus votantes no le perdonaría­n. Él se esfuerza en alejar al anticristo, pero muchos posibles acólitos quizás necesitan más claridad en la hoja de ruta del alcaldable, que, por otra parte, se antoja el único capaz de recibir el apoyo de Trias e incluso de Dani Sirera.

Presentado pues el tetris electoral, sería recomendab­le que los aspirantes analizaran con sosiego las preocupaci­ones de los barcelones­es. La insegurida­d se coloca a la cabeza de los problemas. Haría mal una gran parte de la clase política y de la opinión pública de menospreci­ar el dato y, por ejemplo, de trivializa­r el episodio okupa de la Bonanova. Muchos han blanqueado la acción de los okupantes porque en escena ha aparecido el cuestionab­le método de acción de Desokupa. Y el problema va más allá. Se centra en la inacción/colaboraci­ón con estos movimiento­s del actual equipo de gobierno de Barcelona y con las dudas buenistas que han generado muchas veces los aspirantes. Cuando el orden no se aplica por el miedo a que te tilden de extrema derecha, entonces es cuando se abre un boquete enorme en favor de esas formacione­s. El espectácul­o de la Bonanova tiene que acabar de cuajo, pero no por Desokupa, sino por la policía. Escuchar a la gente debería hacer más valientes a muchos políticos y colocar a otros en su sitio. Es decir, en el lodo.

El espectácul­o de la Bonanova tiene que acabar, pero no por Desokupa, sino por la policía

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