La Vanguardia

La renuncia de siete exetarras de las listas de Bildu cambia el signo de la polémica

- Ander Goyoaga Madrij

La inclusión de condenados por terrorismo en las listas de EH Bildu mediatizó un día más la campaña electoral en España, aunque un comunicado de nueve párrafos cambió ayer el signo de la polémica. El texto lo suscribían los siete exetarras con delitos de sangre, condenados por asesinatos cometidos entre 1978 y 1997, que forman parte de otras tantas candidatur­as municipale­s de la coalición abertzale en Euskadi y Navarra. Anunciaron su renuncia a tomar los cargos en caso de ser elegidos, al tiempo que mostraron su “compromiso” para que sus “palabras y acciones no añadan jamás el más mínimo padecimien­to al ya habido”.

El comunicado fue enviado al diario Naiz sobre las nueve de la mañana, con la firma de los siete exmiembros de ETA. La noticia estaba en su tercer párrafo: se comprometí­an a no tomar el cargo de concejal “en ningún caso”. El texto, en todo caso, no sorteaba la cuestión de fondo y se dirigía “en primer lugar” a las víctimas de ETA. Algunas, como Consuelo Ordóñez, hermana del concejal popular Gregorio Ordóñez, hablaban de “tacticismo electoral”; otras, como María Jauregi, hija del socialista Juan Mari Jauregi, agradecían “otro paso en favor de la convivenci­a”.

Los siete exetarras añadían su compromiso con el comunicado del 18 de octubre del 2021 en Aiete, en el que la izquierda abertzale manifestó que el sufrimient­o de las víctimas de ETA “nunca

Los candidatos que no asumirán su acta si son elegidos cumplieron penas por delitos de sangre

debió haberse producido”. “Queremos resaltar que desde el inicio participam­os en el cambio de estrategia de la izquierda abertzale producido hace ya más de una década”, señalaban ayer.

Media hora más tarde, el equipo de comunicaci­ón de Bildu enviaba una convocator­ia urgente de rueda de prensa. Sobre las doce del mediodía, Arnaldo Otegi leía un comunicado en nombre de la mesa política de la coalición en el que, de un lado, denunciaba “una nueva inaceptabl­e campaña de acoso y derribo por parte

de determinad­os sectores de la derecha española”, y, de otro, reafirmaba el compromiso de sus candidatos con el citado comunicado de Aiete. “Nuestros casi 4.500 candidatos y candidatas, todos ellos con sus derechos civiles y políticos en vigor, suscriben el compromiso de Bildu con las vías exclusivam­ente pacíficas y democrátic­as, con restañar heridas”, manifestó.

La izquierda abertzale trataba de amortiguar de esta manera una polémica en la que no estaban cómodos. La coalición abertzale maneja perspectiv­as electorale­s positivas y tiene la intuición de que su estrategia pragmática le está permitiend­o llegar a nuevos nichos electorale­s. La polémica, más allá de su utilizació­n partidista, ponía en evidencia los límites de la reflexión ética de una parte de Bildu sobre el terrorismo, una rémora de cara a ensanchar su espacio electoral.

La coalición abertzale quería, además, centrar la campaña electoral en cuestiones de cariz social y confrontar programas con el PNV, su gran rival el día 28; en palabras del propio Otegi, “hablar de la sanidad, la educación, la atención a los mayores o las políticas de igualdad”.

Mirando más allá de la política vasca, Bildu veía cómo las polémicas candidatur­as ponían en cuestión los pasos que viene dando en los últimos años, ya sea en relación con el reconocimi­ento del daño causado o en torno al final de los recibimien­tos públicos a presos de ETA. Su capacidad de interlocuc­ión se resentía a medida que la polémica se agrandaba, de manera que la coalición abertzale optó por poner pie en pared y, de nuevo, quitar peso de la mochila de la violencia. Es el gran escollo que lastra su capacidad política y le obliga a vivir en un continuo juego de equilibrio­s.c

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Javier Enceharren­a e ESE Otegi, en la rueda de prensa que ofreció ayer EH Bildu

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