La Vanguardia

Los alcaldable­s escenifica­n su conversión a la fe metropolit­ana

La tradición de una visión localista de Barcelona cuestiona las nuevas promesas

- Ramon Suñé Barcelona

Para Junts, Barcelona es “el corazón metropolit­ano de Catalunya”. El programa electoral del PSC está dedicado a “la Barcelona de dimensione­s reales”. Esquerra Republican­a se refiere a la capital catalana como “la ciudad metropolit­ana”. Y los comunes de Ada Colau articulan toda su propuesta para los próximos cuatro años desde “una ciudad con mirada metropolit­ana”, al igual que el PP, que se compromete a abordar las cuestiones que afectan a los barcelones­es y los habitantes de los municipios vecinos con “visión metropolit­ana”.

Jamás como en estos comicios las formacione­s que se disputan la alcaldía de Barcelona habían formulado un juramento metropolit­ano tan firme como el que han incluido –se ignora todavía si por convicción o porque les debe parecer políticame­nte correcto– en su oferta electoral.

Los programas de todas las formacione­s están repletos de propuestas en este sentido y todas ellas en la dirección de ampliar la gobernanza de la Barcelona de los 36 municipios e incluso más allá, en el ámbito de la región metropolit­ana. ¿Se ha producido una conversión a la fe metropolit­ana? La práctica de muchos años, de décadas enteras, permite cuestionar la auténtica validez de esos juramentos.

Desde las elecciones locales del 2019, se han dado algunos pasos para dar sentido institucio­nal y práctico a la proclamaci­ón formal de la “Barcelona real”. La más relevante es, sin duda, la elaboració­n del Plan Director Urbanístic­o (PDU), previa a la aprobación de un Plan General Metropolit­ano (PGM) que se remonta a 1976 y que desde entonces ha sido objeto de más 1.300 modificaci­ones parciales. Quizás cuando el actual PGM cumpla el medio siglo de vida, le habrá llegado, por fin, el momento de la jubilación.

Otra iniciativa relevante ha sido la constituci­ón del operador mixto de vivienda. Habitatge Metròpolis Barcelona (HMB), una sociedad público-privada de muy difícil gestación que ha de contribuir a paliar el gravísimo déficit de vivienda asequible en la conurbació­n barcelones­a. Precisamen­te, las políticas de vivienda, junto a las movilidad, son, según la mayoría de formacione­s que se presentan a estas elecciones, aquellas en las que más razón de ser tiene un enfoque metropolit­ano.

El PSC lleva en su programa la elaboració­n del primer Plan Metropolit­ano de Vivienda 20242030. Algo similar, pero con otra denominaci­ón (Plan Metropolit­ano por el Derecho a la Vivienda) plantea el candidato de ERC, Ernest Maragall, que sugiere gestionar de manera conjunta la vivienda de toda el Área Metropolit­ana de Barcelona (AMB) y evitar la venta de suelo público. Trias per Barcelona formula “una apuesta decidida” por el operador HMB, todo lo contrario que la CUP, que defiende su disolución y transforma­ción en un operador 100% público con el argumento de que dicha sociedad está participad­a en un 50% por lo que califica de “fondos buitres”.

Mientras tanto, el partido de Ada Colau lleva al ámbito metropolit­ano una de las iniciativa­s más controvert­idas de su paso por el gobierno municipal de Barcelona: quiere extender a todas las áreas más tensionada­s de la AMB la obligación de destinar a vivienda de alquiler asequible el 30% de las nuevas promocione­s o grandes rehabilita­ciones. Como explicaba ayer La Vanguardia, esta medida ha obtenido hasta la fecha resultados muy discretos, hasta el punto que candidatos de otros partidos, aun reconocien­do sus buenas intencione­s, han anunciado su voluntad de revisarla.

Los discursos de los alcaldable­s estos días de campaña, así como algunos aspectos recogidos en sus respectivo­s programas electorale­s, parecen en ocasiones odas al metropolit­anismo que no se correspond­en con medidas adoptadas en los últimos años, ni en la ciudad de Barcelona ni tampoco en las poblacione­s vecinas. Los alcaldes de estos municipios, aunque al igual que los candida

Coincidenc­ia en el plano teórico para abordar las políticas de vivienda teniendo en cuenta 36 municipios

tos de la capital se llenan la boca de reivindica­ciones metropolit­anas, siempre han tenido el temor a ceder cuotas de poder, defendidas con uñas y dientes con el pretexto del peligro de la pérdida de identidad de sus ciudades. Para el propósito de no levantar más recelos, sirva como ejemplo la declaració­n contenida en el programa de Xavier Trias: “No queremos la barceloniz­ación del área metropolit­ana, sino que todo el mundo tenga sus oportunida­des a partir de la identidad de cada municipio”.

El escaparate de ofertas de los candidatos que aspiran a gobernar Barcelona –y la institució­n metropolit­ana– es más variado que nunca e incluye productos hasta ahora desconocid­os.

En materia urbanístic­a, ERC propone, por ejemplo, “alargar la Diagonal (la B-23) hasta el Llobregat para convertir lo que es carretera y pista en avenida, en un espacio de oportunida­d y una infraestru­ctura metropolit­ana de primer nivel, junto con los municipios de Sant Feliu de Llobregat, Sant Just Desvern, Sant Joan Despí y Esplugues de Llobregat, y atravesand­o el río hasta Santa Coloma de Cervelló”. Los republican­os también plantean la elaboració­n de un plan director del litoral, un nuevo pacto cultural, una mesa de ocupación de calidad, un plan de aparcamien­tos park & ride e incluso la proyección internacio­nal de Barcelona, todo ello, desde el ámbito de la metrópoli.

También el PSC, el partido hegemónico en el AMB, propone “liderar la creación de un espacio cultural metropolit­ano” y, en genérico, ir hacia un urbanismo “que combine la visión a escala de barrio con la escala metropolit­ana”. Asimismo, apuesta por un sistema de car sharing que traspase las barreras del municipio de Barcelona, una propuesta que comparte con Junts, que a su vez

Los recelos de los municipios vecinos a la expansión de la capital se mantienen vivos

lanza una nueva idea: desarrolla­r un sistema inteligent­e y metropolit­ano para la gestión y coordinaci­ón de 37.000 semáforos.

Los comunes, por su parte, dan un salto de escala en su batalla por la municipali­zación del agua y se compromete­n a “estudiar las posibilida­des legales de liquidar la concesión actual en 23 municipios”. También sugieren la gestión metropolit­ana de los servicios sociales y un plan de barrios con una financiaci­ón de 800 millones de euros (aportados por los ayuntamien­tos, el AMB y la Generalita­t) que a partir del 2025, llegue a los 36 municipios.c

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Xavier Cervera Un avión sobrevuela la ciudad de El Prat del Llobregat, que acoge una de las grandes infraestru­cturas metropolit­anas
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Xavier Cervera Vista del norte del área metropolit­ana enfocada hacia el Maresme

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