Palabras, agua, máquinas y amor
“¡Gracias, Imad, va por ti!”, exclama en el Palau de la Música Catalana la comisaria del 38.º Festival Internacional de Poesia de Barcelona, Maria Callís –con Josep Pedrals– en referencia al poeta Imad Abu Saleh, a quien denegaron el visado para venir a recitar.
Empieza el espectáculo con músicas de Joana Gomila y Laia Vallès, en buena parte sintetizadas a partir de muestras de voz de los poetas participantes. Ana Martins Marques intercambia “con el vecino / palabras de unos 800 años / y piso un charco / con 2 horas de historia / donde se deshace una imagen / que ha vivido / unos segundos”.
A Abu Saleh le habría gustado tal vez ser “una gota de agua / que los obreros bebieran / cuando hace calor”, entre tantas otras cosas que habría dicho si hubiera estado. Su traductora y editora Valèria Macías le ha cedido, también en árabe, su voz. Luego, Olga Novo recita un poema largo, Amour fou, en que confiesa que lloró “dando un beso a la corteza de un chopo en medio de una aldea que ya no existe”, y que solo quería “estar sobre la tierra para contemplar tu precioso ramo de átomos”, y más, “y todo el resto / literatura”.
Blanca Llum Vidal, en catalán, se pregunta “i si el malson esdevingués un part (...) i si amb tancar l’infern ja n’hi hagués prou””, pero avisa de que podremos “parlar tan fluixet que farem molta nosa”.
Joana Gomila y Laia Vallès convierten las voces de los poetas en instrumentos
El mexicano José Eugenio Sánchez se inventa sin leer un western cósmico empezando con el increíble mundo de las máquinas, en que te puedes comprar un terminator por internet y cuesta 314 dólares y en dos días te llega a casa. Seguro, divertido y sarcástico acaba viendo como el planeta mart “suspendido en la madrugada nos mira incandescente / como un genio con los brazos cruzados / y nadie hace nada”.
Acaba Danez Smith, que, desgarrador, recuerda que es “mal día para ser un chico”, pero “aquí todos hemos venido a bailar”. O más: “He venido a convertir el cielo en jardín”. Un jardín de aplausos.c