La Vanguardia

El último escalón del gran City

El club inglés busca la final ante el Real Madrid (1-1 en la ida) para acariciar la temporada perfecta

- Joan Josep Pallàs Manchester Enviad especia

Sucede en los días previos de cada partido importante. En la tercera planta del edificio circular que, rodeado de campos de fútbol, preside la ciudad deportiva del Manchester City, Pep Guardiola, entrenador del primer equipo, y Txiki Begiristai­n, director de fútbol, salen de sus respectivo­s despachos para charlar. Ya muy concentrad­os en el objetivo. Por supuesto más obcecado el técnico, que a Txiki pocas veces en la vida se le vio estresado. Qué gran virtud. En ocasiones se les une, procedente de otra planta, Ferran Soriano, director ejecutivo del City y asimismo de los trece clubs afiliados al City Football Group, proyecto interconti­nental que se nutre de las ideas y el motor de la nave central donde nos encontramo­s. Dos catalanes y un vasco trabajando juntos desde hace ya muchos años, de ahí la estabilida­d deportiva que se percibe y la constancia en el éxito, procedente­s todos del FC Barcelona a diferentes niveles. El City está a un partido de disputar la final de la Champions. Antes, esta noche, deberá vencer al Real Madrid en la segunda semifinal. En la ida, la función, espléndida por ambas partes, acabó en empate a uno.

Guardiola, Begiristai­n y Soriano, por su pasado azulgrana, entienden como pocos la dificultad que entraña superar al Madrid en su competició­n fetiche. Intentan relativiza­r la necesidad de la entidad de ganar su primera Champions. Reivindica­n su hegemonía en la Premier League, que este fin de semana pueden volver a ganar tras un bonito y largo pulso con el Arsenal, y recuerdan que el día 3 de junio disputarán en Wembley, ni más ni menos contra el Manchester United, la final de la FA Cup, el torneo futbolísti­co más antiguo que existe. La temporada perfecta está en camino, pero caer en la Champions, se dicen a sí mismos y a quienes preguntan, no manchará nada. A Guardiola le cuestionar­on ayer por el asunto en la rueda de prensa. Es consciente de que le juzgarán como entrenador en función del desenlace de la eliminator­ia, pero ha logrado convencers­e de que su legado no variará gane o pierda una Champions de más (tiene dos como entrenador, ambas con el FC Barcelona). La presión es notoria, tanto la exterior como la que él mismo se impone, pero no asfixia.

“El legado que dejo es que llevo siete años aquí y los jugadores se lo han pasado de puta madre. La gente recordará que marcamos muchos goles, nos metieron pocos y ganamos muchos títulos. Quizás en Europa no se ve, pero nos lo hemos pasado muy bien”. Guardiola estuvo locuaz con el

micrófono sobre la mesa, como siempre controland­o el mensaje que quería transmitir. ¿Significa eso que Guardiola se pone la venda antes que la herida? Deducir eso es no conocer al entrenador de Santpedor, embajador del cómo pero al que le gusta ganar como a cualquiera. O más. “Hemos ganado todos los títulos menos este y claro que lo queremos. Con todas nuestras ganas. Llegamos muy bien, estamos en la final de la FA Cup y a un partido de ganar la Premier, pero tenemos que jugar mejor que el Madrid. Tenemos que rendir bien, no vale solo con tener ganas. Tenemos que ser mejores que en el Bernabéu si queremos pasar a la final”.

Más allá del discurso público, estudiado y coherente, está el Guardiola más íntimo. Personas allegadas le ven estos días tranquilo, convencido de que esta vez el City logrará doblegar al Madrid después de la traumática eliminació­n de la temporada pasada, culminada por una remontada imposible de los blancos en el Bernabéu. El Madrid, paradójica­mente, quizás esté mejor ahora que entonces, pero juega en Manchester y el City tiene más poso. “Quiero que gane el que se lo merezca. Ojalá seamos nosotros”, deseó Pep.

Nosotros.

Ayer por la tarde la sesión de entrenamie­nto dejó un par de detalles significat­ivos. Empezó con tres cuartos de hora de retraso, señal de que Guardiola encerró a los suyos para motivarlos y darles más claves tácticas; y al poco rato se sentaron al sol como gatos que huyen de las nubes esos que Guardiola llama “nosotros”. Eran parte de su staff: Rodolfo Borrell, el primer entrenador que tuvo Messi de niño; Txiki Begiristai­n, Carles Planchart, su analista de cabecera, y Juanma Lillo, que le vino a visitar quizás intuyendo que algo grande sucederá hoy.c

El legado que dejo es que llevo siete años aquí y los jugadores se lo han pasado de puta madre”

Hemos ganado todos los títulos menos este, y claro que lo queremos. Con todas las ganas” Pep Guardiola

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Pep Guardiola, Rodolfo Borrell, Txiki Begiristai­n, Juanma Lillo (ayer de visita) y Carles Planchart, con Manel Estiarte de pie
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