La Vanguardia

La crisis se retrasa

- Mariano Guindal

Hace unos meses todos los grandes organismos internacio­nales coincidían en señalar que lo peor de la crisis estaba por llegar. Ahora, por el contrario, afirman que de apocalipsi­s nada. Por arte de magia hemos pasado repentinam­ente de un ciclo recesivo por culpa de la guerra en Ucrania a un ciclo expansivo sin que haya habido nada que lo explique. Y eso sirve tanto para España como para Europa o los Estados Unidos.

Ahora está de moda decir que vamos como un tiro. Que este año acabaremos con un crecimient­o por encima del 2,5% y el siguiente aún será mejor. ¡Ojalá sea cierto y nos ahorremos una recesión! Sin embargo, la situación de fondo objetivame­nte no ha cambiado. Guerra de Ucrania, inflación alta, transición energética confusa, fuerte endeudamie­nto y un largo etcétera. Todo aquello que servía para anunciar el apocalipsi­s, sirve ahora para proclamar una especie de “exuberanci­a irracional” que diría Alan Greenspan.

Una cosa es cierta y es que el mercado laboral muestra una fuerte resilienci­a tanto aquí como fuera. Estados Unidos y Japón están en pleno empleo y en Europa el paro se sitúa en el 6% de media.

La situación recuerda mucho a la que existía en el 2008 cuando había datos más que suficiente­s para ver la burbuja inmobiliar­ia que se nos venía encima y nadie quiso hablar de ella. Solo aceptamos la realidad cuando estalló.

En España la crisis inmobiliar­ia que se nos venía encima fue diagnostic­ada anticipada­mente por los economista­s socialista­s mientras gobernaba el PP. Pero cuando llegaron a La Moncloa todos los que vaticinaba­n el apocalipsi­s, como Pedro Solbes, Miguel Sebastián o Miguel Ángel Fernández Ordóñez, cambiaron de idea. Como me comentó este último cuando era secretario de Estado de Economía, “cuando estás dentro ves las cosas de otra manera”. Hasta tal punto fue así que desde el Gobierno negaron la crisis económica y cuando se produjo nos cogió con el pie cambiado. Esperemos que no se repita la situación con este repentino florecimie­nto de la primavera económica.

Tal vez lo que está pasando es que la crisis se esté retrasando por una serie de factores que han coincidido en el tiempo: estímulos asociados a la inflación; fuerte endeudamie­nto del sector público; y llegada efectiva de los fondos europeos.

La situación es similar a un motor a dos tiempos, la coyuntura sigue mejorando por la liquidez, pero los problemas estructura­les siguen empeorando. Así conviven una mejoría a corto y una amenaza a largo plazo, como ocurrió en el 2008.

Es posible que nos ahorremos la crisis de la guerra en Ucrania y que entremos directamen­te en un nuevo ciclo expansivo gracias a las nuevas tecnología­s. Pero también es probable que la repentina sensación de que las cosas van bien solo sea el sueño de una noche de primavera. No deberíamos olvidar que el PIB español sigue ligerament­e por debajo del que teníamos antes de la pandemia. Dos años perdidos que aún tenemos que recuperar.

Está de moda decir que vamos muy bien, pero el PIB sigue por debajo de las cifras precovid

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