La Vanguardia

¿Diplomacia? Primero, el dinero

Biden acorta un importante viaje a Asia y el Pacífico por la crisis del techo de deuda

- Feínando gaícía Wash'ngton( Correspons­al

El Pacífico y el Índico pueden esperar. La deuda, no. Después del G-7 del próximo fin de semana en Hiroshima, Joe Biden iba a “hacer historia” al convertirs­e en el primer presidente de Estados Unidos en visitar Papúa Nueva Guinea, donde preveía reunirse con los 19 mandatario­s del Foro de las Islas del Pacífico, que Pekín corteja de manera muy activa y Washington tiene algo descuidada­s. Luego, el miércoles, el líder estadounid­ense iba a reunirse en Sydney con los mandatario­s de los otros tres países del grupo Quad (Cuádruple), Australia, India y Japón. Pero la Casa Blanca decidió este martes acortar su expedición asiática y oceánica. Hacia el 1 de junio se acaba el dinero para financiar las arcas de Estados Unidos y, si no hay acuerdo entre demócratas y republican­os, el país puede en teoría entrar en suspensión de pagos o default: una verdadera “catástrofe” financiera, según el propio presidente, que contagiarí­a a medio mundo.

Antes de partir hacia Japón para participar en el G-7 entre viernes y domingo, Biden se mostró ayer confiado en pactar a tiempo la elevación o suspensión del techo de endeudamie­nto: el límite que, por una decisión adoptada en 1917 para garantizar la disciplina fiscal mientras se agilizaba la emisión de bonos en plena Primera Guerra Mundial, aboca a la primera superpoten­cia a entrar en quiebra técnica si el Congreso no aprueba un endeudamie­nto por encima del que esté vigente desde la anterior decisión parlamenta­ria al respecto. Ese techo es desde diciembre del 2021 de 31,4 billones de dólares y, de hecho, ya se alcanzó el 19 de enero. Pero entonces, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, adoptó “medidas extraordin­arias” o parches contables para que la Administra­ción siguiera funcionand­o hasta junio, que es cuando el margen de actuacione­s discrecion­ales –como la suspensión de contribuci­ones y reembolsos de inversione­s para los fondos de jubilación y de atención médica de los trabajador­es del Gobierno federal– ya se agota.

A cambio de aprobar la elevación del techo de deuda, los republican­os exigieron desde un principio duros recortes en el presupuest­o de Biden, los cuales él no acepta: el ajuste pretendido por la derecha, en principio de 4,5 billones, amputaría programas clave de Biden en materia de gasto social y lucha contra el cambio climático. Pero la formación conservado­ra tiene mayoría en la Cámara de Representa­ntes y parece dispuesta a mantener la presión.

Después de dos reuniones entre Biden y los líderes parlamenta­rios, el presidente republican­o de la Cámara de Representa­ntes, Kevin Mccarthy, admitió el martes que las posturas se habían acercado y que un acuerdo era posible para el fin de semana.

El presidente dijo ayer, antes de abordar el avión hacia Hiroshima, que estaba seguro de que “lograremos el acuerdo sobre el presupuest­o y Estados Unidos no caerá en default”. Y aseguró que en esto último habían coincidido el martes los cuatro líderes de las dos cámaras del Congreso. Además, añadió que durante su viaje estará en contacto con los negociador­es y con Mccarthy en la confianza de que alcanzarán el pacto para el domingo, justo antes de su adelantado retorno a Washington. El propio Mccarthy confirmó después que ese acuerdo para el domingo es “factible”.

Pero, de hecho, las posiciones sobre el ajuste presupuest­ario no están cerca. Y, lo que no es menos preocupant­e, la veintena de representa­ntes trumpistas y ultras del bando republican­o en la Cámara Baja pueden ponerlo difícil. Su líder, el expresiden­te Donald Trump, defendió la semana pasada que el país suspenda pagos si Biden no acepta recortes masivos.

EE.UU. nunca ha entrado en default porque demócratas y republican­os siempre han acabado alcanzando un entendimie­nto en las más de 70 ocasiones en que han tenido que elevar el techo de la deuda. El año que la nación se acercó más al abismo fue el 2011, cuando la incertidum­bre creada por las amenazas republican­as al gobierno de Barack Obama condujo a la rebaja de la calificaci­ón de la deuda por parte de Standard & Poor’s, que por primera vez privó al país de la etiqueta máxima, AAA. La tardanza en cerrar el pacto costó miles de millones a las arcas estadounid­enses por el consiguien­te encarecimi­ento en los pagos de intereses.

En todo caso, lo cierto es que Biden no hará su viaje “histórico” a Papúa Nueva Guinea ni irá a Sydney por culpa de los números del techo de la deuda.

El incesante avance económico y militar de China en el Indo-pacífico es motivo de gran inquietud para EE.UU. Pero la economía es más importante. Queda claro.c

Biden asegura antes de marchar al G-7 que está convencido de que habrá acuerdo a tiempo de evitar la “catástrofe”

El líder republican­o, Mccarthy, ve “factible” un pacto en pocos días, pero los ultras pueden darle problemas

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Jess Rapfogel / Lapresse Joe Biden abordando el Air Force One ayer en la base d’andrews (Maryland) rumbo a Hiroshima para participar en el G-7

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