La Vanguardia

Truss visita Taiwán y pide que Londres declare a China como “una amenaza”

- Rafael Ramos Londres. Correspons­al

La ex primera ministra británica, Liz Truss, que solo duró 45 días en Downing Street, echa la culpa de su defenestra­ción a su sucesor, Rishi Sunak. Y, como razón de ser, se ha marcado hacerle la vida lo más difícil posible y conspirar para su caída. En ese contexto de vendetta personal, ha viajado a Taiwán y propuesto públicamen­te que el Reino Unido califique de manera oficial a China de “una amenaza para sus intereses”.

Truss, que sigue conservand­o el acta de diputada conservado­ra y cobró veinte mil euros (más gastos de avión, alojamient­o y comidas) del think tank Prospect Foundation por su intervenci­ón, comparó las tensiones entre China y Taiwán con la invasión rusa de Ucrania y abogó por la creación de una “OTAN económica” con las naciones del G-7, la UE, Australia y Japón, “ya que ni el Consejo de Seguridad de la ONU ni el Banco Mundial cumplen ese papel”.

La polémica visita de Truss a Taiwán es la primera de un líder británico a la isla desde Margaret Thatcher, en el marco de unas relaciones bilaterale­s con China muy deteriorad­as por la represión en Hong Kong, las violacione­s de derechos humanos y el espionaje industrial. De la “edad de oro” que proclamó David Cameron se ha pasado a un freno a las inversione­s de Pekín en centrales nucleares y todo lo que se consideran “intereses estratégic­os del Reino Unido”.

La ex primera ministra instó a su sucesor a declarar oficialmen­te a China como “una amenaza para la seguridad económica del Reino Unido” y cerrar los treinta institutos culturales Confucio que operan

Pekín advierte de “serias consecuenc­ias” si la propuesta de la expremier británica se hace realidad

en universida­des y colegios de este país con el propósito de fomentar la enseñanza del mandarín y la cultura china, pero según sus críticos son centros de adoctrinam­iento y espionaje. “Los regímenes autoritari­os nunca dicen la verdad”, afirmó Truss en Taipéi.

Aunque Sunak no niega que Pekín constituya una amenaza, y así lo proclamó durante la campaña al liderazgo tory el verano pasado, su política oficial es mucho más matizada y favorece la cooperació­n con China. Elementos del Partido Conservado­r calificaro­n la intervenci­ón de Truss de “desleal, egoísta, oportunist­a y especialme­nte inoportuna” a pocos días de la reunión de líderes del G7 en Hiroshima (Japón). Alicia Kearns, presidenta del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Comunes, dijo que el discurso “carece de sustancia”, y la embajada china, que no “es más que un peligroso espectácul­o” para efectuar un ataque político.

Taiwán se separó de China en 1949 después de una guerra civil en la que el Partido Comunista se hizo con el control del territorio continenta­l, y jamás ha formado parte de la República Popular.c

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