La Vanguardia

La conciliaci­ón no existe

- S89a:a ;8ad<ado

Pam no deja de sorprender­nos. ya saben, Ángela Rodríguez, la secretaria de Estado de Igualdad y fiel escudera de Irene Montero. También gran generadora de titulares, que la gente suele confundir con los de El Mundo Today, esa web satírica que ha elevado las fake news a una especie de club de la comedia, tal cual el Ministerio de Igualdad. Al oír a Pam, una se pregunta de dónde ha salido y con qué clase de hombres ha tenido que convivir para decir lo que dice y, peor, acabar impulsándo­lo desde un ministerio y con los impuestos de todos, todas y tod@s.

El caso es que después de haber ironizado con la suelta de violadores y de demonizar la penetració­n frente a la autoestimu­lación sexual en las jóvenes llega un nuevo hit. En sus pantallas próximamen­te..., el Conciliatr­ón (el copyright del nombre es mío). una aplicación de móvil que proporcion­a una estadístic­a sobre cuánto dedica cada miembro de la pareja a tareas del hogar. y sin necesidad de roce. Funciona como cuando fichas en el trabajo. Es salir el cómputo cada mes y, pim Pam, se acabaron los problemas para conciliar.

Seguro que el equipo de Igualdad lo tiene muy reflexiona­do, aunque auguramos que el Conciliatr­ón será un fracaso. No solo es una solemne estupidez que no se bajará ni Dios, sino que revela una manera de hacer política ficción a la altura de la app. Lo paradójico es que ese ministerio supuestame­nte ha venido a este mundo a mejorar la vida de las mujeres.

Como la causalidad –que no casualidad– ha hecho que el anuncio del Conciliatr­ón coincida con otra demoledora estadístic­a del INE, según la cual cada vez nacen menos bebés en España (un 10% menos que en el 2019 y cayendo), quien esto escribe se arroga el permiso de desmontar en este artículo el más común de los engaños. ¿Cuál? Decir que la conciliaci­ón en España existe.

He aquí diez mentiras con las que se monta una falsedad.

7. El hombre a,!da a la m!jer e

a a. Ayudar no es correspons­abilizarse. observen qué pasa si alteramos el sujeto: el hombre ayuda a la mujer en casa. ¿Les suena raro? Será verdad que la mayoría de hombres está a favor de la igualdad, pero una cosa es la teoría y otra la práctica. Generalizo, lo sé: hay parejas y parejas, por suerte.

2. El teletrabaj­o ha obrado el milagro. El trabajo en remoto carga con las viejas inercias, en algunos casos incluso las empeora. Dónde está la libertad cuando no hay opción a elegir.

3. Si el hombre e el ri i al ro eedor de re !r o "e to - e la m!jer ge tio a lo dom# ti o. o sea, que ellas se encargan siempre de la intendenci­a, y ellos solo cuando pueden. Porque: a) ellas acortan jornada (ojo, las reduccione­s de jornada o las excedencia­s pueden ser una gran trampa), ellos ni se lo plantean. y b) solo ellas “saben comprar” lo que toca comprar cuando van al supermerca­do porque “ellas lo tienen todo en la cabeza”.

$.%e artodela tarea al&'(. El fifty-fifty puede no ser nada igualitari­o. ¿De qué hablamos si no hay flexibilid­ad en función de cada momento y circunstan­cia? ¿Cuántas veces toma él la iniciativa o se anticipa?

&.)h"*!#a a e+ello tambi#

la ha , o e la la adora. “Cariño, mira que soy torpe”. La naturaleza no decanta, no otorga unas habilidade­s a las mujeres para cuidar de la familia o la casa y se las quita a los hombres. Solo se avanza con la (co)educación.

-. .oda la tarea , !idado

!ede e/ter ali0ar e. Falso, sencillame­nte.

1. 2a o ilia i3 4amiliar e ! reto4eme i o. Porque los hijos solo los tienen ellas y ellos no... Es ironía, claro.

5. 2a em re a *!e a !e ta

or*!e e o ilie o ha e ! 4a or. Nadie debería tener que justificar­se por pedir conciliar. y no es cierto que la conciliaci­ón solo afecte a los empleados que tienen hijos.

6. 2a m!jere tie e me o a ira io e ro4e io ale . Lo que no tienen es tiempo para autopromoc­ionarse.

7'. E to lo re ol emo o ! a a li a i3 o ! he*!e beb#. otra mentira. La política sigue ciega a la realidad. Ni la baja natalidad ni sus efectos sobre un sistema de pensiones en peligro de derrumbe importan. Pongan recursos y den ayudas públicas, y déjense de chorradas.

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