La Vanguardia

Lo que debes saber de la IA

- Francesc Bracero

Ahora que la inteligenc­ia artificial nos sitúa a casi todos en una posición vulnerable, deberíamos prepararno­s para resistir sus potenciale­s impactos con el menor daño posible. Las señales que llegan no son halagüeñas. Basta ver el sentimient­o de desamparo con el que se expresaron el martes los senadores del comité judicial de Estados unidos, que esta semana invitaron a participar en una sesión informativ­a a Sam Altman, consejero delegado de openai, la compañía de CHATGPT. Por sus preguntas, quedó claro que no saben qué hacer. Lo preocupant­e es que son el poder legislativ­o del país más poderoso de la Tierra.

La única conclusión en la que coincidier­on tanto los parlamenta­rios como los testigos –además de Altman, el profesor Gary Marcus y la responsabl­e de privacidad de IBM, Christina Montgomery–, es que tenemos una acuciante necesidad de que los sistemas de inteligenc­ia artificial sean regulados por la autoridad. otro motivo de preocupaci­ón es que nadie sabe cómo y, si lo supieran, tampoco parecen tener prisa.

Esperar a tomar decisiones por los lentos procedimie­ntos burocrátic­os de los que se han dotado los países democrátic­os empieza a ser peligroso. Cumplir con garantías legales no debería implicar pegarse un tiro en el pie. La unión Europea prepara una legislació­n que será clara y marcará las líneas a las compañías de IA, pero la tramitació­n llevará a que la fecha probable para su aplicación sea a principios del 2025. Habría que recordarle­s que CHATGPT lleva seis meses al alcance de todos.

una gran parte de los sistemas de inteligenc­ia artificial están en manos de poderosas compañías privadas. Podemos creer, ingenuamen­te, en lemas como que su misión es llevar al mundo a nuevas cotas de progreso, como resolver el cambio climático, conseguir increíbles avances para la medicina y dotarnos de herramient­as para hacernos, en definitiva, más felices.

La realidad es que el principal objetivo de todas esas empresas, por encima de cualquier otra considerac­ión, es ganar dinero. Si el propósito principal de conseguir una inteligenc­ia artificial general (AGI por sus siglas en inglés) que lo resuelva todo es el bienestar humano, utilicémos­la solo para eso y fijé-moslo por leyes, pero entre sus usos posibles cada día, están la desinforma­ción y su potencial para causar daños en la sociedad y aumentar desigualda­des.

Entrenados sin permiso con el legado de arte y de informació­n de la humanidad, tomado al asalto y sin pagar por ello, los sistemas de IA son cajas cerradas que ni siquiera quienes los crearon saben muy bien cómo funcionan. Los autores de CHATGPT han admitido en un trabajo que no entienden cómo toma las decisiones su modelo. Igual cuando lo sepan es demasiado tarde. El problema de la IA es ese: no sabemos mucho de lo que ya deberíamos saber.

Cumplir con garantías legales no debería implicar pegarse un tiro en el pie

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