El G-7 se cita en Hiroshima con la vista puesta en Ucrania
La reunión apunta también a la “coerción económica” china
La ciudad de Hiroshima, la primera en ser blanco de la bomba atómica en 1945, acoge hoy la cumbre del G-7, en una cita en la cual los líderes mundiales discutirán ampliar las sanciones contra Rusia y buscarán mecanismos para defenderse de la “coerción económica” de China.
El simbolismo del escenario es el primer mensaje del encuentro. El primer ministro japonés, Fumio Kishida, originario de Hiroshima y anfitrión de la reunión, ha escogido su ciudad por los fantasmas de guerra nuclear y los monumentos dedicados a la paz que la habitan, y que resuenan en el conflicto de Ucrania. Sin embargo, encontrarse en el Pacífico también es una insinuación hacia Pekín, con una muestra de unidad en una zona donde Estados Unidos ha centrado sus esfuerzos .
Además de los líderes de Alemania, Canadá, EE.UU., Francia, Italia y el Reino Unido, Kishida ha invitado a varios líderes del “Sur Global”, entre los que destacan los mandatarios de Brasil, India e Indonesia, y a los de otros países socios como Corea del Sur y Australia. Participará de forma telemática el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
El orden del día estará dominado por la invasión de Ucrania, según anunció el consejero de Seguridad Nacional de EE.UU., Jake Sullivan, quien aseguró que se discutirá sobre “el estado del campo de batalla” y “la ampliación y aplicación de las sanciones”.
Ante las repetidas amenazas de Vladímir Putin de convertir la guerra en Ucrania en un conflicto nuclear –que han sido condenadas por los líderes del G-7–, la cumbre pretende evidenciar los riesgos de la proliferación nuclear y evitar la escalada atómica.
El Grupo de los Siete busca aumentar las medidas de presión sobre Moscú, y una de sus principales preocupaciones es impedir que Rusia evada las sanciones ya aplicadas en su contra a través del comercio con terceros países, sobre todo China. En este sentido, se baraja la posibilidad de crear un mecanismo de vigilancia de intercambios de este tipo.
Washington es partidario de imponer un veto casi total a las exportaciones hacia Rusia, mientras que la Unión Europea sugiere prohibir la venta de bienes de doble uso a empresas de terceros países si se cree que acabarán vendiéndose a Moscú.
Está por ver si se logra consensuar medidas concretas o solo un mensaje disuasorio hacia países y empresas que permiten a Moscú mitigar el efecto de las sanciones, teniendo en cuenta que dentro del G-7 hay posturas divergentes sobre el tema, comenzando con Japón, altamente dependiente de las importaciones energéticas procedentes de Rusia.c
La cumbre pretende evidenciar los riesgos de la proliferación nuclear y evitar una escalada