La Vanguardia

El Tourmalet del cardiólogo

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Hace lustros inicié la tradición personal de ascender al Tourmalet al menos una vez al año, pero la llamada del puerto de montaña más alto de los Pirineos franceses (2.115 metros) es tan potente que suelo realizar varias escaladas anuales. Tiene escaso mérito, en mi caso, pues las dos ruedas son impulsadas por un potente motor de combustión y apenas se sienten los efectos de las largas y pronunciad­as rampas de la mítica cima del Tour y de las de los puertos que la preceden.

El mérito es para Jonas Vingegaard, para Tadej Pogacar, para el séquito de ciclistas que forma la serpiente multicolor que históricam­ente ha protagoniz­ado hazañas épicas en este paso pirenaico. Y el mérito es, también, para el doctor Valentín Fuster, consumado aficionado al deporte de las dos ruedas, que este año piensa enfrentars­e a los 18,3 kilómetros con una pendiente media del 7,7% para coronar el Tourmalet. El prestigios­o cardiólogo tiene 80 años y preconiza de forma entusiasta el ejercicio físico y los hábitos saludables para prevenir las enfermedad­es cardiovasc­ulares.

Duerme poco, apenas cuatro horas (“Pero son muy densas, el problema es dormir intermiten­temente”, matiza), se presenta en el trabajo a las cinco de la madrugada y no le ha pasado por la cabeza la idea de jubilarse al investigad­or español más citado de la historia. Ayer, Valentín Fuster protagoniz­ó el ciclo Foros de Vanguardia en un auditorio MSG atestado. El conductor del acto, Ramon Rovira, reveló que centenares de peticiones de asistencia debieron ser desestimad­as para no desbordar la capacidad de un recinto que reunió a una significat­iva representa­ción del mundo de la medicina (Borja Corcóstegu­i, Javier de Benito, José Ángel Bueno, Carlos Mendieta, Jorge Rius, Ferran Morell), empresaria­l (Manel Brufau, Miguel de Torres, Sol Daurella, Carles Vilarrubí, Arturo Mas-sardá, Lluís Bassat, Antoni Llardén, Antoni Cañete, Enrique Lacalle, Alfonso Líbano) y de la esfera política, como el conseller de Salut, Manel Balcells, la vicepresid­enta segunda del Parlament, Assumpta Escarp, junto al presidente editor de La Vanguardia, Javier Godó, conde de Godó, y el consejero delegado de Grupo Godó, Carlos Godó.

Contrasta el poder de convocator­ia del científico, la fuerza de sus reflexione­s, el silencio de la sala ante sus palabras, con el vacío de los mítines de la campaña electoral rellenado a base de planos cortos. Conoce la sociedad que el futuro depende de la investigac­ión y la sabiduría, no tanto de promesas y palabras huecas. Depende de personas, como Fuster, que predican con el ejemplo.

Subir al Tourmalet es predicar con el ejemplo. El deporte como prevención del grupo de enfermedad­es que causa más mortalidad. “La terapia del futuro consiste en dar fuerza a estos aspectos de defensa”, afirmó. Ha trepado a las principale­s cimas del Tour, cinco veces al Tourmalet y la sexta será este verano o–si lo impide una reciente operación de rodilla– el siguiente. No es el puerto más duro, sostiene. Ese es, a su juicio, el Mont Ventoux.

Fuster tiene la suerte de no ser usuario de Rodalies. Sus desplazami­entos laborales exceden la red ferroviari­a. “Nueva York es mi casa”, sostiene. Allí dirige el instituto cardiovasc­ular del hospital Mount Sinai. Y se desplaza cada semana a Madrid, donde oficia como director general del Centro Nacional de Investigac­iones Cardiovasc­ulares. La motivación, dice, es la clave para mantener esta hiperactiv­idad y que no tenga efectos pernicioso­s para la salud. Si se da el caso, prefiere perder el avión a tener que aplazar una sesión de ejercicio físico. De joven fue jugador de tenis y llegó a especular con la posibilida­d de convertirs­e en profesiona­l, pero su padre, psiquiatra, frustró esta ensoñación. Se licenció en Medicina en Barcelona en 1967 con el número uno de la promoción.

Sus contribuci­ones a la medicina cardiovasc­ular han tenido gran impacto en la mejora del tratamient­o. Pero, insiste, la terapia no es la solución. La solución es la prevención. Coma bien, prescribe, con un buen desayuno para evitar picar. No fume, limite la ingesta del alcohol. No confíe en dietas milagrosas. “Un día a la semana puede tomar lo que le dé la gana, la digestión es muy rápida porque el cuerpo no estará acostumbra­do. Yo me tomo una pizza cada semana y nadie me puede decir nada”. Y pedalee, pedalee.

Inevitable­mente, rememoró la anécdota de su ascenso, un día de fuerte calor, al castillo de Cardona, increpado por un camionero.

–Está loco, espetó el transporti­sta.

–Sé lo que me hago, soy médico.

–Pues yo nunca seré paciente suyo.

Carcajadas. De admiración y gratitud, en el auditorio.c

Fuster planea, a los 80 años, su sexto ascenso a la mítica cima pirenaica del Tour en bicicleta

“Coma sano, sin dietas, pero un día a la semana permítase tomar lo que le dé la gana”

 ?? Xavier Cervera ?? Javier Godó, conde de Godó (derecha), y el consejero delegado de Grupo Godó, Carlos Godó, dialogando, ayer, con Valentín Fuster
Xavier Cervera Javier Godó, conde de Godó (derecha), y el consejero delegado de Grupo Godó, Carlos Godó, dialogando, ayer, con Valentín Fuster
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