La Vanguardia

Fetiche de Visconti

HELMUT BERGER (1944-2023) Actor

- Leonor Mayor Ortega

Helmut Berger, actor fetiche de Luchino Visconti y estrella del cine europeo de los años sesenta y setenta, falleció ayer a los 78 años en Salzburgo, según informó su agente. El intérprete austriaco, considerad­o uno de los hombres más guapos del mundo, participó en filmes como La caída de los dioses, Ludwig o El retrato de Dorian Gray.

Nacido en 1944, Berger estaba llamado a dedicarse al negocio de hostelería de su familia, pero muy pronto se desmarcó de él para tratar de ser actor. Viajó a Londres y a Italia, donde conoció a Visconti. Actor y director entablaron una relación amorosa y, de la mano del realizador italiano, Berger debutó en el cine en una película episódica, Las brujas (1967). Visconti dirigía el capítulo La bruja quemada viva, protagoniz­ado por Silvana Mangano.

Tras participar en un par de títulos italianos, I giovani tigri (Antonio Leonviola, 1968) y Sai cosa faceva Stalin alle donne? (Maurizio Liverani, 1969), Berger despuntó como intérprete, de nuevo bajo las órdenes de Visconti, en la controvert­ida La caída de los dioses (1969). Dirk Bogarde e Ingrid Thulin encabezaba­n el reparto de este filme sobre una familia de industrial­es alemanes que debe decidir cómo afrontar la llegada al poder de los nazis en 1933. El papel de Berger, un joven incestuoso y pedófilo, que aparecía vestido de mujer al inicio de la película, sirvió para abonar la polémica.

Destacó en su siguiente trabajo, El retrato de Dorian Gray (Massimo Dallamano, 1970), donde daba vida al apuesto joven que vende su alma para conservar la belleza según la novela de Oscar Wilde. y participó en El jardín de los Finzi Contini (1971), esta vez bajo la batuta de Vittorio De Sica, que llevó al cine la novela de Giorgio Bassani cuya temática tenía mucho que ver con la de La caída de los dioses. En este caso era una rica familia de judíos italianos la que tenía que hacer frente a las leyes antisemita­s a finales de los años treinta.

La carrera de Berger se consolidó en 1973 con su papel de Luis II de Baviera en Ludwig, dirigido de nuevo por Visconti. El actor encarnaba al Rey loco, que llevó a Baviera a una guerra desastrosa. El filme desmitific­aba la figura de Sissi, la emperatriz, a la que daba vida como siempre Romy Schneider, pero con una imagen muy alejada de la que presentaba la edulcorada serie de películas austriacas de los años cincuenta.

Visconti fichó a Burt Lancaster para Confidenci­as (1974), donde Berger interpreta­ba a su vecino, el joven amante de una marquesa. El director falleció en 1975, y Berger cayó en una profunda depresión, se sentía “el viudo de Visconti” e incluso intentó suicidarse. La vida personal de Berger no fue un camino de rosas. En el 2015 publicó sus memorias, Autorretra­to. 70.º aniversari­o, donde se confesaba bisexual, cocainóman­o y alcohólico.

“Acaso fue culpa del alcohol, pero mis relaciones con mujeres fueron siempre complicada­s. Me fascinan, pero son muy posesivas. Quieren casarse y tener hijos. Toda esa escena de ternura me paraliza”, decía Berger en el

“Acaso fue culpa del alcohol, pero mis relaciones con mujeres fueron siempre complicada­s”

libro donde relataba que mantuvo una relación con la actriz Marisa Berenson. También tuvo un idilio con el bailarín Rudolf Nuréyev y en 1994 se casó con otra actriz, Francesca Guidato, de la que se separó 15 años después.

Aunque la mayor parte de su carrera se desarrolló en Europa y principalm­ente en Italia, en 1973, el actor compartió cartel con Elizabeth Taylor y Henry Fonda en una producción estadounid­ense rodada en Suiza, Miércoles de ceniza (Larry Peerce). Trabajó también a las órdenes de Joseph Losey en la cinta británica Una inglesa romántica (1975), donde formaba un trío amoroso con Glenda Jackson y Michael Caine, e hizo su incursión en la televisión francesa convertido en un ladrón de guante blanco y dirigido por Claude Chabrol en la miniserie Fantômas (1980).

A principios de los ochenta, se incorporó al elenco de Victoria, la trilogía de Antoni Ribas sobre la historia de Catalunya de principios del siglo XX, que contaba también con Xabier Elorriaga y Carme Elías en el reparto. Pasó por la famosa serie estadounid­ense Dinastía y tuvo un papel en El padrino III, la película que cerraba otra trilogía, quizá la más famosa de la historia del cine, con el sello del gran Francis Ford Coppola.

Berger no se alejó del cine en su madurez y estuvo trabajando hasta el 2019, cuando rodó Liberté, su último filme, dirigido por Albert Serra. Murió ayer “en paz, pero de forma sorprenden­te”, según declaró su agente.

La carrera de Berger se consolidó en 1973 con su papel de Luis II de Baviera en ‘Ludwig’, de Visconti

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Evening Standard / Getty

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