La Vanguardia

“Golpistas” en el olvido

- Isabel Garcia Pagan

En mayo del 2017, la portavoz de Bildu Maddalen Iriarte preguntaba a un diputado de ERC cómo habían conseguido que patronales y sindicatos se sumaran a la defensa del derecho a decidir. La cuestión se lanzaba a las puertas del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya, en la procesión multitudin­aria que acompañó a Carme Forcadell y al resto de miembros independen­tistas en la Mesa del Parlament a declarar por un delito de desobedien­cia camino del 1-O. “La cara que se nos quedaría a miles de vascos si Catalunya se independiz­a y nosotros nos quedamos en España”, confesó.

ERC y Bildu coordinan sus estrategia­s en el Congreso, hacen cameos en sus respectivo­s mítines y comparten desde hace años know how de una cúpula a otra con el objetivo de “ampliar la base”. Cada uno la suya. Para ello, los republican­os pasaron de la unilateral­idad al independen­tismo pragmático, pero no más pragmático que el de Arnaldo Otegi. El líder de Bildu no tiene ningún complejo a la hora de votar los presupuest­os del Gobierno del PSOE y manifestar en público que necesitan cuatro años más de Pedro Sánchez para fortalecer su posición. Enterrada la violencia de ETA, la izquierda abertzale necesita tiempo, y el tiempo no pasa en vano para el PNV, como no lo hizo – corruptela­s al margen– con CIU en Catalunya.

ERC –por incomparec­encia de Junts– y Bildu son los “golpistas y terrorista­s” socios de Sánchez que protagoniz­an los argumentar­ios de PP y Vox, pero en esta campaña la baza de la derecha y la ultraderec­ha ha sido lanzar los etarras en las listas de Bildu a la cara del presidente del Gobierno –y de las víctimas– mientras los “golpistas” han caído en el olvido. Ahora sí, el procés ha acabado. Por el contrario, Isabel Díaz Ayuso escapa al control de Alberto Núñez Feijóo y proclama que “ETA está viva”, aunque la violencia esté muerta y enterrada, y no hay ley de partidos que conduzca hoy a la ilegalizac­ión de Bildu.

El uso electorali­sta del terrorismo parecía tabú, pero ahora se reescriben la realidad y la historia. Durante décadas, los excesos de campaña de la derecha se habían centrado en la carpeta catalana para lograr votos en el resto de comunidade­s. De la acusación de “insolidari­dad” económica al “golpismo”, Catalunya ha retenido siempre su cuota. La ruptura entre partidos y entidades independen­tistas

La crisis Erc-junts deja al independen­tismo a medio camino entre ninguna parte y el olvido electoral

y el cambio de guion del PSOE con Sánchez –del arma arrojadiza al abrazo del oso– ha situado la independen­cia a mitad de camino entre ninguna parte y el olvido electoral.

No hay referencia­s en los programas y argumentar­ios de ERC ni de Junts, a excepción de Laura Borràs, que la reivindica… para gestionar Rodalies. La resolución del Comité de Derechos Humanos de la ONU denunciand­o que España vulneró los derechos políticos de Carles Puigdemont no ha propiciado el tsunami de otros tiempos y se ha despachado por parte del Gobierno con Nadia Calviño pidiendo que el expresiden­t se ponga a disposició­n de la justicia española. ¿Puigdemont entra en campaña? Solo lo indispensa­ble (con Artur Mas el domingo por la tarde en Banyoles).

Mientras, con permiso de Ada Colau y Xavier Trias, el PSC trabaja para que Sánchez pueda acabar presumiend­o de una Barcelona socialista, el éxito de la política del reencuentr­o y apuntalar una imagen fiable de Salvador Illa con la vista puesta en las elecciones catalanas. Antes, en diciembre, las generales dictarán si los independen­tistas salen del olvido por reacción natural a una alianza PPVOX o, como pedía Otegi para Bildu, apuntalan a Sánchez y ganan tiempo para resolver su disputa por el poder en Catalunya. Y de la independen­cia, ya hablaremos...c

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