La Vanguardia

El último golpe de Corinna

- Màrius Carol

Corinna Larsen acaba de protagoniz­ar una serie alemana para Sky Showtime, hecha a su medida. Ella es la estrella, y su corte en la pantalla la forman una colección de personajes ingobernab­les, como el comisario José Manuel Villarejo, el exbanquero Mario Conde o el periodista Jaime Peñafiel. No se trata precisamen­te de periodismo de investigac­ión, sino más bien de un docudrama al servicio de quien fue la amante del rey durante ocho años, que se ha dedicado tras la ruptura a acusar a Juan Carlos de borbón, al CNI y al Estado español de haberla presionado, perseguido y amenazado. En este tiempo, ha intentado arruinar la reputación no solo del rey emérito, sino también del fiscal suizo yves bertossa, encargado de la investigac­ión contra ella por blanqueo de capitales, e incluso del general Félix Sanz Roldán, que dirigió los servicios secretos españoles.

La campaña llevada por Corinna Larsen junto a una multinacio­nal de las relaciones públicas para defender su imagen, salvar cien millones y atacar a Juan Carlos ha contado con la

Larsen protagoniz­a una nueva serie donde presume de tener ocho cajas compromete­doras

complicida­d del comisario Villarejo. y esa serie que se estrena el lunes es el último capítulo de su venganza. En este docudrama hace quedar como memos a los agentes del CNI que la habrían controlado en Mónaco, en un relato poco creíble que le habría permitido sacar ocho cajas con fotografía­s, cartas y documentos del tiempo que estuvo junto al entonces rey, asegurando que posee material secreto sobre asuntos que podrían compromete­r la seguridad.

Pero la dama se limita a mostrar de lejos unos papeles con un sello oficial, como el mago saca la punta de un pañuelo de color de una caja mágica que arrastra decenas de ellos.

Esta guerra psicológic­a se parece a la de Shakira con Piqué, pero aquí el cante no es precisamen­te musical. Lo más interesant­e de la serie es el testimonio de su primer marido, Philip adkins, quien asegura que ya de pequeña soñaba con formar parte de la alta sociedad y la aristocrac­ia. Pero incluso el título de “princesa” lo ha perdido después de que su segundo marido, Casimir Kyril zu Sayn-wittgenste­in, se lo transfirie­ra a su nueva esposa. Es lo que tiene ser Cenicienta, que cuando se sube a la carroza, ya no hay quien la baje.c

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