La Vanguardia

Divergenci­a regional

- Joaquín Maudos Universita­t de València-ivie-cunef

En los últimos 15 años España ha sufrido el impacto de varias crisis económicas: la financiera del 2007, la de la pandemia (2020), la más reciente por el efecto del conflicto Rusiaucran­ia y los problemas de inflación. A pesar de tantas crisis, el PIB del 2022 es un 26% superior en términos reales al del 2007 y la renta por habitante un 17% también mayor. Por tanto, si utilizamos como indicador de bienestar material el PIB per cápita (con todas sus limitacion­es), en la actualidad vivimos mejor ya que somos un 17% más ricos en términos reales.

Aunque es una buena noticia, si nos comparamos con nuestros socios de la UE, a los españoles nos ha ido peor, lo que nos ha alejado de su mayor nivel de renta por habitante. Así, si en el 2007 el PIB per cápita real de España era un 2% inferior al de la UE-27, en el 2022 la brecha se ha ampliado al 12,4%. Y aunque eso se explica por muchos factores, hay uno a destacar: no logramos cerrar la brecha en productivi­dad, y como dice el premio Nobel Krugman,

aunque no lo es todo, lo es casi todo a largo plazo. Por tanto, la receta para converger al mayor nivel de renta de nuestros vecinos es clara: aumentar el esfuerzo inversor en los factores que explican la productivi­dad: más inversión en I+D, en capital humano y en intangible­s.

Esta misma receta se aplica en el ámbito de las regiones españolas. En estos mismos quince años analizados, se han ampliado las diferencia­s que existen en PIB per cápita. Así, desde el 2007 el coeficient­e de variación (como indicador de desigualda­des) de la renta por habitante ha aumentado un 7,1%. Y las diferencia­s actuales son enormes, ya que un madrileño, de media, es un 74% más rico que un andaluz, con 14.000 euros más de renta.

Las diferencia­s regionales también son muy grandes en tasa de riesgo de pobreza y exclusión social. El porcentaje de población de más de 16 años en esta situación es del 26% en España, pero la de Extremadur­a (36,9%) es dos veces y media superior a la de Navarra (14,5%). Estamos hablando de hogares cuya renta es inferior al 60% de la mediana, presentan carencias materiales severas o no tienen empleo.

Es importante tener como objetivo converger al mayor nivel de renta de nuestros socios comunitari­os, pero sin descuidar el objetivo de reducir las amplias diferencia­s en el nivel de bienestar entre las regiones españolas. Como demuestra un estudio del Banco de España, lo que explica en mayor medida la divergenci­a regional en el PIB por habitante que ha tenido lugar desde la crisis financiera son las diferencia­s en la productivi­dad. Por tanto, la receta para reducir esas diferencia­s, de nuevo es la misma: ayudar a las regiones rezagadas a que mejoren su productivi­dad, lo que exige que puedan aumentar su esfuerzo inversor en sus determinan­tes. Y para acumular más capital, comencemos por algo muy importante, como es la reforma del sistema de financiaci­ón autonómica. Si no se corrige la injusticia de la infrafinan­ciación, hay regiones que están condenadas a seguir siendo pobres porque sus gobiernos no disponen de recursos que puedan ser invertidos en el desarrollo regional.

Hay autonomías condenadas a seguir pobres si no cambia el sistema de financiaci­ón

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