La Vanguardia

Vergüenza voluptuosa

- Sergi Pàmies

La biografía de Anna Nicole Smith contiene todos los tópicos de la desgracia y la obsesión por la fama

Después de ver al documental Anna Nicole Smith: tú no me conoces (Netflix), piensas que quizá no hacían falta dos horas para contar esta historia. El contexto coincide, en parte, con el de la vida de Pamela Anderson (Pamela Anderson: una

historia de amor, también en Netflix). Los años noventa y principios del 2000 en California, con la explosión de la industria de la intimidad encarnada por comandos carroñeros de paparazzi. El fenómeno coincide con el auge de las cadenas de televisión especializ­adas en sensaciona­lismo pseudoinfo­rmativo y la multiplica­ción de famosos que, en mayor o menor medida, participan en el reparto del pastel.

PRMPARACIO­NES ODIOSAS. La biografía de Anna Nicole Smith contiene todos los tópicos de la desgracia presentado­s para reforzar la dimensión morbosa del personaje. La mujer objeto elevada a categoría de reclamo erótico fácil de consumir y de explotar, primero como cómplice y más tarde como víctima. Aquí hay una trama que podría formar parte de una teleserie como Dallas: el multimillo­nario anciano que se enamora de la sex

symbol voluptuosa y decide mantenerla. Los detalles, bien documentad­os, acumulan imágenes que, por desgracia, ya forman parte de la cultura basura norteameri­cana de finales del siglo XX. Una infancia difícil, una adolescenc­ia marcada por la fiebre mitomaníac­a, la adicción a diferentes drogas, relaciones tóxicas con abusadores y una pésima gestión de la fama. Una fama que acabó destruyend­o, con final trágico incluido, lo que ya era una imitación grotesca del mito de Marilyn Monroe. La parte más interesant­e del documental nos descubre hasta qué punto la fama modifica conductas. La percepción de la realidad se transforma y la necesidad de mantenerte en primera línea te obliga a pactar con diferentes diablos mediáticos. O a depender de médicos traficante­s de metadona. Michael Jackson o Whitney Houston no pueden compararse con Anna Nicole Smith. Los primeros partían de un talento innato y de un éxito que nunca dependió de la estricta obsesión por ser famoso. Al final, la protagonis­ta admite que en este negocio explicar historias tristes resulta más rentable que explicar historias bonitas. “Te pagan cincuenta vez más si explicas una historia triste”, confiesa cuando su madre le pregunta si no le da vergüenza mentir y atribuirse la infancia sórdida (violacione­s, abusos) que nunca sufrió. Spoiler: no le da vergüenza.

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