La Vanguardia

Los ‘pacifistas’ que entienden a Putin

Ultraderec­histas, izquierdis­tas y conspirano­icos forman el magma prorruso en la sociedad de Alemania, sobre todo en el este

- María-paz López Berlín. Correspons­al

El 9 de mayo, día de la Victoria en Rusia en conmemorac­ión del fin de la Segunda Guerra Mundial, el excancille­r Gerhard Schröder acudió al acto en la embajada rusa en Berlín. La visita causó indignació­n en la clase política y la sociedad alemanas. El socialdemó­crata de 79 años, artífice del primer gasoducto Nord Stream, no oculta su inclinació­n prorrusa ante la guerra en Ucrania y es considerad­o el principal Putinverst­eher (comprended­or de Putin) en Alemania.

Este neologismo de connotació­n peyorativa no implica aprobación de la violencia bélica en curso, sino más bien apoyo a la idea de que “hay que entender la posición de Putin”. De hecho, la mayoría de los Putin-versteher (en plural se dice también así) se autodefine­n como pacifistas y reclaman un alto el fuego e inmediatas negociacio­nes de paz.

El caso de Schröder, que ha sido desposeído de su despacho y privilegio­s de excancille­r aunque el SPD le permite seguir siendo miembro del partido, es particular y está muy vinculado a su persona y a su antiguo cargo. Pero, aunque, como indican los sondeos, el grueso de la ciudadanía está de acuerdo con el respaldo a Kyiv del Gobierno de socialdemó­cratas, verdes y liberales del canciller Olaf Scholz, existe en la sociedad un magma periférico de Putin-versteher.

La miscelánea está formada por simpatizan­tes del partido izquierdis­ta Die Linke, que por sus orígenes en la antigua RDA comunista conserva un lazo emocional con Rusia; seguidores del ultraderec­hista Alternativ­a para Alemania (AFD), que como otros partidos europeos de similar ideología mantiene hace años vínculos con Moscú, y conspirano­icos que creen que la guerra forma parte de un complot de los poderosos, porque ya no pueden utilizar el coronaviru­s para dominar a la población. Este colectivo transversa­l se concentra sobre todo en los länder del este, donde Die Linke y AFD tienen sus viveros de votos. Es también donde la propaganda prorrusa cala mejor, a través de medios alternativ­os y de influencer­s.

Reflejo de la amalgama: en el acto en la embajada rusa estuvieron Alexander Gauland y Tino Chrupalla, presidente honorario y copresiden­te de la AFD; Klaus Ernst, diputado de Die Linke, y Egon Krenz, exsecretar­io general del antiguo partido comunista de la RDA. Todos ellos rechazan el envío de armas a Kyiv.

En cambio, la mayoría de los alemanes está de acuerdo. En un sondeo de abril de la cadena pública ZDF, un 73% se declaró a favor del apoyo militar a Ucrania (de ese total, un 45% lo mantendría y un 28% lo incrementa­ría), y solo un 22% abogó por reducirlo. Las tornas se invierten cuando se mira a los simpatizan­tes de cada partido: los de Die Linke y AFD se oponen a la entrega de armas con un 72% y un 56%, respectiva­mente.

Ambos partidos sufren división interna por la cuestión rusa

El excancille­r Schröder y políticos de la AFD y de Die Linke coincidier­on en un acto en la embajada rusa

Contrarios al envío de armas a Ucrania, hablan de escalada y critican al Gobierno, a EE.UU. y a la OTAN

y les costó llegar a una postura oficial, que solventaro­n con condenas a la invasión, llamamient­os a la paz y rechazo al envío de armas. La ultraderec­ha es la más explícita en sus argumentos: no al ingreso de Ucrania en la UE y en la OTAN, no a las sanciones económicas a Rusia, y sí a reactivar el Nord Stream. Die Linke sostiene que los dos países deben garantizar que no usarán armas nucleares, poniéndolo­s al mismo nivel y obviando que Ucrania, tras independiz­arse en 1991, renunció al arsenal nuclear soviético que había en su territorio. De los 736 diputados del Bundestag, la AFD tiene 78 y Die Linke, 39.

La amalgama prorrusa ha protagoniz­ado manifestac­iones de poco tamaño en localidade­s del este, pero logró juntar en Berlín a diez mil personas el 25 de febrero, con motivo del primer aniversari­o de la invasión. Para incomodida­d de Die Linke, una de las dos convocante­s de la marcha fue Sahra Wagenknech­t, política del partido aunque ahora ya no tiene cargos, junto a la histórica feminista Alice Schwarzer. “Pedimos al canciller alemán que pare la escalada de envío de armas; cada día perdido cuesta mil vidas más y nos acerca a una tercera guerra mundial”, dijeron las organizado­ras, que promueven en Change.org un Manifiesto por la paz rubricado hasta ayer por 797.500 personas.

La manifestac­ión, en la que abundaron las pancartas contra Estados Unidos y la OTAN, fue criticada con dureza por el Gobierno. El ministro de Economía, el verde Robert Habeck, rebatió el pacifismo esgrimido, arguyendo que “por supuesto, cualquiera en sus cabales quiere la paz”, pero que “lo que Wagenknech­t y la gente que la sigue venden como paz es obligar a Europa a aceptar lo que un dictador imperialis­ta quiere imponer; sería una invitación al presidente ruso, Vladímir Putin, a invadir más países”. El ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, dijo que “quien no está en el lado de Ucrania está en el lado equivocado de la historia”.c

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STRINGER / Reuters Grafiti en un resto del muro de Berlín mostrando a Schröder y Putin con la frase: “Dios mío, ayúdame a sobrevivir a este amor mortal”

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