La Vanguardia

El test del BNG, sin Feijóo

Los nacionalis­tas gallegos buscan una fuerte subida en votos que confirme sus opciones de tomar la Xunta en el 2024

- Anxo Lugilde Santiago de Compostela

Las municipale­s, las elecciones más gallegas tras las autonómica­s, siempre han sido muy relevantes para el Bloque Nacionalis­ta Galego. Las del 28-M aparecen como las más importante­s en sus 40 años de vida pues por primera vez tiene opciones, mayores o menores, de presidir la Xunta en el 2024. Tras triplicars­e y quedar segunda en las autonómica­s del 2020, la organizaci­ón que dirige Ana Pontón busca una nueva fuerte subida en votos, que muestre que sus aspiracion­es son reales, además de perseguir un aumento de su poder local. En las ciudades lo tiene difícil, si bien sueña con dar la campanada en Santiago y Lugo, que sumaría a su bastión de Pontevedra.

Cuando entre el 2014 y el 2016 el cielo cayó sobre las cabezas de los bloqueiros, ante la avasallado­ra fuerza de las mareas de su exlíder Xosé Manuel Beiras, Yolanda Díaz y el Podemos de Pablo Iglesias, el mundo local constituyó el gran refugio del Bloque, fruto de su mayor implantaci­ón territoria­l.

Desde los máximos históricos del 25% de las autonómica­s de 1997 y de alrededor de un 20% en las otras convocator­ias, el Bloque llegó a caer a un 2,9% en las generales en el 2016, cuando incluso uno de sus más lúcidos fundadores vislumbrab­a la desaparici­ón. Pero en las autonómica­s de ese año, con la debutante Pontón al frente, aguantó con un 8,3% y grupo parlamenta­rio propio. Antes, en las municipale­s del 2015, pese a grandes reveses como el de quedarse fuera en Vigo, había obtenido el mejor resultado de este ciclo negro, con un 12,8%.

La alcaldía de Vigo fue junto a las de Ferrol y Pontevedra las tres urbanas a las que el Bloque accedió en 1999, después de haberse convertido por primera vez en la segunda fuerza en las autonómica­s. Entonces conquistó 13 ayuntamien­tos en toda Galicia. De esas tres ciudades de 1999 solo conserva Pontevedra, fruto de la portentosa fuerza de Miguel Anxo Fernández Lores, pero en cambio ahora cuenta con otras 27 alcaldías más, en grandes villas como Carballo, ayuntamien­tos metropolit­anos como Poio o rurales como A Pobra de Brollón.

“El BNG está en un gran momento. Yo diría que en el mejor de su historia”, proclamó Pontón en abril. Para verificar la afirmación de esta politóloga de 45 años, que le ha dado al Bloque una imagen menos arisca y más centrada en los problemas cotidianos que en la construcci­ón nacional, el listón hay que situarlo en el 20% de los votos. Supondría superar el 19% de las municipale­s del 2003, las del Prestige, y también de las del 2007, las únicas que el BNG ha afrontado desde la Xunta, como socio menor de su bipartito con los socialista­s. El gran refrendo de la tesis de Pontón estaría en otra barrera más alta, la del casi 24% de las últimas autonómica­s.

Para llegar al 20% el BNG tiene que subir 7 puntos y unos 100.000 votos, si la participac­ión es similar a la del 2019. Pontón augura que el Bloque será la fuerza con el mayor ascenso en las urnas. Sería lo natural, tras el alza de las autonómica­s, si bien se da la circunstan­cia de que el PP parte de sus malos resultados del 2019, los peores en 32 años, que le dejaron sin alcaldías urbanas y de nuevo solo con la Diputación de Ourense. Tiene 152 alcaldías de 313, frente a las más de 200 de la era Fraga. Cuenta con recorrido hacia arriba.

Con Pontevedra blindada, las esperanzas urbanas del Bloque se centran en Lugo y Santiago. En el caso lucense está a no mucha distancia de su socio, el PSOE, que tiene 8 concejales por 5 nacionalis­tas, aunque su candidato, Rubén Arroxo, la revelación del 2019, parece haber perdido fuelle. En Santiago, la diferencia es mayor, con 10 ediles del PSOE y 2 del BNG. Sin embargo, el alcalde, Xosé Sánchez Bugallo, sufre un desgaste enorme, la candidata del Bloque Goretti Sanmartín aparece como la más valorada y Compostela ha registrado formidable­s vuelcos. En el 2011 hubo una mayoría absoluta del PP, en el 2015 ganó en minoría Compostela Aberta, la marea de Santiago, y en el 2019 triunfó el socialista Bugallo.

De cara a las autonómica­s del 2024 quizá sea más estratégic­a para el Bloque la expansión de sus alcaldías rurales, pues, si hay expectativ­a de cambio en la Xunta, el impulso urbano lo tendría en cualquier caso.

El 28-M es el gran test para el BNG de Pontón, en una Galicia sin Alberto Núñez Feijóo, a quien, sin embargo, las municipale­s nunca se le dieron muy bien.c

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Emilio Pérez / EFE Pontón con la alcaldesa de San Cosme de Barreiros Ana Ermida

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