La pieza más codiciada
El PP y el PSOE ansían ganar en la Comunitat Valenciana, clave para aclarar el poder territorial en España
La Comunitat Valenciana y, también, València ciudad. La autonomía y la capital van a ser determinantes para aclarar el éxito o el fracaso del PP y del PSOE en las elecciones autonómicas y municipales del 28-M. Para el PP, ganar esta región consolidaría su poder territorial una vez afianzado su dominio en Madrid, Andalucía, Galicia y Castilla-león. Para el PSOE, es la autonomía más importante gobernada por un socialista, Ximo Puig, con el apoyo de Compromís y Unides Podem. Perderla ofrecería una inquietante sintomatología para las izquierdas, a pocos meses de unas elecciones generales.
Pero hay más. El PP ansía ganar la ciudad de València. Para Alberto Núñez Feijóo sería una excelente noticia recuperar la ciudad que durante 24 años gobernó Rita Barberá, “la alcaldesa de España”, y que la izquierda recuperó en el 2015; con alcalde de Compromís, Joan Ribó, apoyado por el PSPV y una marca blanca de Podem. València es, junto a Sevilla y Barcelona, una de las ciudades que marcarán el éxito o el fracaso en las municipales. Además, y esto es clave, para ganar la Generalitat valenciana hay que ganar la capital: solo en 1991 se rompió la regla de que quien gobierna el cap i casal gobierna la comunidad, pues la ciudad es el 16% de todo el censo autonómico.
Ninguna autonomía en juego en España define con tanta claridad los modelos de gestión de una administración en confrontación. Las izquierdas valencianas, desde el PSPV y Compromís hasta Unides Podem (coalición electoral de Podem y Esquerra Unida), han agotado, con éxito, dos legislaturas. Ocho presupuestos aprobados en tiempo y forma, y sin grandes fracturas. El Gobierno denominado de El Botànic forzó un giro radical en las anteriores políticas del PP, partido que gobernó desde 1991 a 2015. Con una clara apuesta por el sector público en Educación, Sanidad o Bienestar Social; incluso rescatando para la gestión pública las áreas de salud que Eduardo Zaplana, Francisco Camps y Alberto Fabra entregaron a la gestión privada. El PP que lidera ahora Carlos Mazón lo ha dejado claro: si gobiernan, volverán a recuperar la fórmula anterior. No es solo una batalla de partidos; las políticas socialdemócratas y las apuestas neoliberales también serán auditadas el próximo 28-M en la Comunitat Valenciana.
Ningún pronóstico es seguro.
Ximo Puig ha liderado una autonomía que en estos ocho años ha logrado superar la hipoteca reputacional, aquella que decía que “la paella y la corrupción, como en Valencia en ningún lado”. A las políticas públicas se han sumado éxitos en el área de las inversiones, como la apuesta de Volkswagen por Sagunt para su gigafactoría o el mantenimiento de la planta de Almussafes de Ford. Son ejemplos. Pero han quedado asignaturas pendientes que el Gobierno, antes con Mariano Rajoy y ahora con Pedro Sánchez, ha sido incapaz de resolver. Principalmente, el cambio de modelo de financiación autonómica, reivindicación latente de la Comunidad Valenciana. Pero hay más. El recorte del trasvase Tajo-segura o las paupérrimas inversiones del Estado en Alicante han obligado a Ximo Puig a buscar soluciones paliativas que evitaran trasladar que el PSOE no cuida a la autonomía más importante que preside. El PP ha sabido sacar petróleo de esta anomalía.
Lo dicho. Nada está escrito. A escala autonómica, el bloque de izquierdas superó al de las derechas en el 2019 por solo 40.000 votos. Son pocos. En aquella cita, Pedro Sánchez pisaba fuerte y Pablo Iglesias aún ilusionaba. Razón por la que el presidente valenciano unió las autonómicas a las generales. Ahora la apuesta ha cambiado: Ximo Puig ha preferido unir el combate autonómico al local. Se confía, y mucho, en el poder de los alcaldes del PSPV, que son mayoría en las principales ciudades de una autonomía con ecosistemas locales muy potentes: Elx, Castelló, Gandia, Torrent, Elda, Mislata, entre otros.
Ximo Puig es, a diferencia del 2015 y el 2019, el principal referente del Botànic. En las anteriores dos ediciones compartía cartel con Mónica Oltra, quien hace unos meses abandonó la política por la instrucción judicial que la afecta. El PSPV, siguiendo este argumento, aparece fuerte en las encuestas, pero necesita que Compromís también alcance la cita con el pulmón lleno. A esto se suma una tercera clave: Unides Podem. Debe superar la barrera electoral del 5% para lograr representación. Las encuestas son favorables, pero con pronósticos ajustados. En resumen: si Compromís queda debilitado el 28-M o si Unides Podem no supera el objetivo, será casi imposible reeditar el gobierno de las izquierdas.
El PP amenaza con lograr ser el partido más votado y con más diputados tras absorber todo el capital de Ciudadanos, que en estas elecciones desaparecerá de las instituciones valencianas. Pero necesitará a Vox, partido que ha penetrado con fuerza en las comarcas del sur de Alicante y en algunas ciudades. Carlos Mazón evita pronunciarse sobre posibles pactos con la ultraderecha, pero si tiene la posibilidad de alcanzar la presidencia será a cambio de ceder a las pretensiones de Vox. Los de Abascal lo han dejado claro, quieren entrar en el ejecutivo valenciano, en una autonomía con dos lenguas oficiales.
La Comunitat Valenciana tras el 28-M dibujará surcos muy definidos de hacia dónde se están construyendo las hegemonías políticas en España. El PSOE y el PP lo saben, por eso están usando todos los recursos posibles en esta geografía. En otras palabras, Pedro Sánchez y Núñez Feijóo podrían otear la presidencia del Gobierno a final de año según lo que suceda en esta parte del Mediterráneo. La Comunidad Valenciana y la ciudad de València se convierten así en las piezas más codiciadas del 28-M.c
Solo en una ocasión (1991) se ha roto la regla de que quien gana València, gana en la región
Todo está en el aire, el PP se ha recuperado al absorber a Cs y el PSPV necesita que sus socios respondan