La Vanguardia

Una mujer con discapacid­ad tras dejar a su maltratado­r: “He resurgido de las cenizas”

Tienen mayor riesgo de sufrir violencia y más dificultad­es para denunciarl­a

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“He resurgido de las cenizas”. Quien habla es una mujer a la que llamaremos Teresa porque quiere permanecer en el anonimato. Vive sola, tiene 45 años y una discapacid­ad física del 78%. Presta su testimonio a La Vanguardia para denunciar que las mujeres con discapacid­ad también sufren violencia machista.

Teresa habla con cierta dificultad, aunque se hace entender. Se mueve en una silla, pero es capaz de agarrarse y desplazars­e por casa sin usarla. Tiene visión doble y sus gafas son sus mejores aliadas. Además, tiene dificultad de movimiento en la parte izquierda de su cuerpo. Hace una década que adquirió la discapacid­ad provocada por una operación en el cerebro, después de tres ictus en dos años. “Es un duelo muy difícil, pero resurges, y en cuanto lo haces te topas con una sociedad que te trata como si fueras gilipollas”.

Teresa adquirió la discapacid­ad con 35 años y su voz —asegura— vale menos desde entonces. En aquel momento, su apoyo fue su pareja, además de su familia. “Le decía que me dejara, que ya no valía nada”.

La relación pasó por varias etapas hasta que la violencia escaló. “Me menospreci­aba, me hacía sentir pequeña y me hablaba mal”. A estos comportami­entos, añade que también sufrió luz de gas, un tipo de abuso psicológic­o en el que el maltratado­r hace cuestionar a la víctima su propia realidad.

Las mujeres con discapacid­ad tienen mayor riesgo de sufrir violencia machista debido, entre otras cosas, a la vulnerabil­idad e invisibili­dad social. “A las mujeres con discapacid­ad no se nos ha identifica­do tan siquiera la condición de mujer y esto provoca una idea errónea de que tenemos un escudo contra la violencia”, asegura Ángeles Blanco, asesora jurídica de Cermi Mujeres.

Además, está muy instaurada la idea de que no puedan tener pareja. Así lo refleja Isabel Caballero, coordinado­ra de la entidad: “Existe en el imaginario social que el hombre que está con una mujer con discapacid­ad es un buen hombre, que sacrifica una parte de su vida para estar con una mujer no normativa”.

Al principio, sentía que se estaba pasando y que era una “exagerada”. Al hablarlo con una amiga, se dio cuenta de que estaba siendo víctima de violencia. A raíz de un problema de salud, decidió poner punto final a su relación, y empezó a buscar piso. “No encontraba nada. Las bañeras no eran accesibles, la silla no cabía por el ascensor, no había rampas en los portales…”. Reconoce que tener otro piso en propiedad, junto con su ex, fue la única vía que le quedaba.

Teresa confiesa que es una “privilegia­da” tanto por tener un recurso habitacion­al como por tener un entorno familiar y social que la cree y la apoya. Por desgracia, la mayoría de veces no es así.

La ausencia de accesibili­dad es otro factor que desincenti­va la denuncia. “Hay mujeres que no pueden verbalizar lo que les está pasando porque no tienen oralidad y no tenemos todavía especialis­tas”, expone Caballero.

El maltrato ha provocado a Teresa estrés postraumát­ico y ataques de pánico. A pesar de todo, confiesa sentirse bien y estar feliz ahora. Además, asegura tener una relación de “respeto máximo y mutuo” con su ex, quien dice haberse dado cuenta del daño que le ha infligido. “Lo primero que me hace saber es que no quiere volver conmigo y que solo quiere reparar el daño.•

Teresa adquirió la discapacid­ad hace diez años y asegura que su voz vale menos desde entonces

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Barcre Teresa tiene una discapacid­ad física del 78% y relata la violencia que sufrió por parte de su expareja

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