Seis días para echar el resto y deshacer posibles empates
ra línea de salida en esa segunda vuelta que arrancará la noche del próximo domingo no solo lo demuestra la atención creciente que le dedican el resto de los candidatos sino también la plena dedicación del PSC y del PSOE a la batalla de Barcelona, cuyo desenlace determinará en gran parte el grado de éxito o de fracaso de los socialistas catalanes y españoles en estas elecciones municipales y autonómicas. En esta estrategia de echar el resto en Barcelona se enmarca la elección de la capital catalana como escala final de la campaña del presidente del Gobierno, un Pedro Sánchez disfrazado estas semanas de dadivoso rey mago de la política que va repartiendo regalos en cada mitin o al término de cada Consejo de Ministros. Collboni tiene en el buen momento de la marca socialista en Catalunya la mejor arma para el asalto definitivo a la alcaldía de Barcelona y no ha dudado en utilizarla.
En una campaña en la que, como estaba escrito, se está hablando mucho de movilidad, de turismo, de vivienda y de seguridad, y en la que se han colado los problemas de Rodalies y las ocupaciones, muy pocas veces ha habido espacio para la memoria histórica del procés. No se lo ha concedido Xavier Trias, sabedor de que ondear la estelada con más entusiasmo y vigor del aconsejable ahuyentaría a miles de votantes que confían en él para desalojar a Ada Colau del gobierno de la ciudad. pero que se apearían del carro en el primer viraje independentista. Lo está intentando Jaume Collboni, competidor directo del candidato de Junts por los favores de una parte del electorado que duda en la hora de decantarse a un lado o a otro de la sociovergencia.
En esta pugna que desde hace unos meses parece reservada a tres candidatos, ERC se resiste a quedar excluida. Los republicanos tratan de combatir el lógico desánimo provocado por las encuestas, desfavorables para ellos desde que a finales del año pasado Xavier Trias irrumpió en la escena electoral barcelonesa, con una campaña con fuerte presencia de los líderes de Esquerra. Oriol Junqueras y el president Pere Aragonès. Al igual que Jaume Collboni y a diferencia de Xavier Trias, Ernest Maragall no ha tapado en ningún momento la marca. Tampoco lo ha hecho Ada Colau, aunque en su caso está claro que la marca de los comunes es ella.c