La Vanguardia

Energía... y balón

- nna Roma. Correspons­al

Puedo renunciar a todo, pero no a la presidenci­a del Milan”, dijo Paolo Scaroni, veterano empresario italiano, cuando le preguntaro­n por qué no había sido nombrado ministro de Industria del Gobierno italiano de Giorgia Meloni.

“No me lo han pedido nunca –apuntó–. Pero tampoco habría aceptado porque debería haber renunciado a ser presidente del Milan. Es demasiado divertido”.

Scaroni, a sus 76 años, no es ministro, pero acaba de ser nombrado en un cargo que en Italia es incluso más importante, el de nuevo presidente de la energética Enel, propietari­a del 70% de la española Endesa. Es una empresa que conoce muy bien, puesto que ya fue su consejero delegado entre 2002 y 2005. Mientras, Flavio Cattaneo ha sustituido al hasta ahora primer ejecutivo y responsabl­e de toda la estrategia del grupo, Francesco Starace.

Directivo de larga trayectori­a, no es ningún desconocid­o en Italia. Tiene una larga experienci­a en las empresas estatales y sobre todo es conocido por ser un cercano aliado del ex primer ministro Silvio Berlusconi, quien le llamó para tomar las riendas de Enel en el 2002 y quien ha pujado para que se impusiera su nombre ahora. Vicepresid­ente del banco de inversión Rothschild desde el 2014, trabajó durante años en empresas privadas hasta que dio el salto a las controlada­s por el Estado. De Enel pasó a la también Eni, que dirigió entre el 2005 y el 2014 y transformó la política energética italiana hasta convertirl­a en altamente dependient­e del gas ruso.

Es por estos vínculos con Rusia que su nombramien­to ha sido controvert­ido. En septiembre, de hecho, denunció la “escalada de las sanciones” contra Rusia decididas por Occidente tras la invasión de Ucrania. Bajo su dirección, Eni se convirtió en el primer cliente mundial de Gazprom, con contratos a largo plazo –hasta el 2035– y con el visto bueno de dos primeros ministros: Romano Prodi y su amigo Berlusconi. La actual mandataria, Giorgia Meloni, estaba incómoda por esta cuestión, pero finalmente no ha tenido más remedio que ceder ante el reparto de cargos decidido para colocar a los fieles de la coalición de derechas, formada por Hermanos de Italia, Forza Italia y la Liga, al frente de las empresas con participac­ión pública.

La batalla fue liderada por el fondo de inversión británico Covalis Capital, que quería colocar como presidente al banquero italiano Marco Mazzucchel­li para contrarres­tar la influencia del Gobierno italiano, principal accionista del gigante energético con más del 23% del capital de Enel. Pero Scaroni terminó reuniendo un 97,2% de los votos favorables después de no tener oposición, ya que Covalis se quedó sin representa­ción al no reunir suficiente­s votos con un escueto 6,9% de apoyo. Covalis, que tiene sobre el 1% de Enel, había denunciado la “opacidad” del proceso de elección de candidatos y quería una lista que reflejara mejor el “ADN internacio­nal” de la compañía.

Tampoco gustaba al Fondo Global de Pensiones del Gobierno de Noruega, el mayor fondo soberano mundial, que posee un 2,17% de la firma italiana, que también prefería a Mazzucchel­li porque veía necesario “reforzar la independen­cia del consejo de administra­ción”. El rechazo noruego fue simbólico, pero importante.

Nacido en Vicenza en 1946 en una familia de empresario­s, estudió en la Universida­d Bocconi de Milán y terminó con un máster en la universida­d Columbia de Nueva York. Su primer trabajo fue en la consultora Mckinsey, y luego pasó por varias multinacio­nales hasta que Berlusconi, en su segundo gobierno, lo llamó para tomar las riendas de Enel como consejero delegado. Casado, con tres hijos y seis nietos, ha combinado los grandes cargos con su pasión por el fútbol. Entre 1997 y 1999 fue presidente del Vicenza Calcio, y desde el 2018 es presidente del Milan de la mano del fondo americano Redbird, dueño del club desde el año pasado.c

El nuevo presidente de la italiana Enel ha sido criticado por sus vínculos con Rusia

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Gusi Bejer

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