La Vanguardia

Herencia universal

- Laura Freixas

De lo que se conoce hasta ahora del programa de Sumar, la plataforma de Yolanda Díaz, lo que más ha llamado la atención ha sido la propuesta de herencia universal. Consiste en regalar a cada joven 20.000 euros cuando cumpla 18 años.

La idea no es nueva. La propuso por primera vez Thomas Paine, uno de los padres fundadores de Estados Unidos, a finales del siglo XVIII, y la han secundado desde entonces otros políticos y economista­s, no siempre de izquierdas (lo explicaba, en un reciente artículo en Público, el economista Juan Torres López). Pero quien la ha puesto de moda últimament­e es Thomas Piketty, el famoso economista francés cuyos libros entendemos, y hasta disfrutamo­s, quienes no sabemos nada de economía.

En su Una breve historia de la igualdad, del 2021, nos da un dato contundent­e: hoy, en Europa, el 50% más pobre de la población posee tan solo el 5% de la riqueza, mientras que el 10% más rico es dueño del 55%.

Sería muy ingenuo creer que esa diferencia es fruto de la meritocrac­ia. Aun suponiendo (y es mucho suponer) que la meritocrac­ia existe, el mérito sería de quienes hicieron fortuna, no de sus descendien­tes que la heredan, mientras que quienes no heredan nada (caso de la mitad de la población, apunta Piketty) estarían pagando las consecuenc­ias de la (supuesta) falta de diligencia de sus antepasado­s. Parece obvio que no es justo.

Por eso debe existir el impuesto de sucesiones. O al menos yo así lo veo, y no deja de sorprender­me que suscite tanta hostilidad. Recuerdo una entrevista que le hizo en La Contra Víctor Amela a Patricia Ebrat (La Vanguardia, 25/II/2023), titulada “Morirse en Catalunya es muy caro”. ¿Muy caro? Quien hereda 200.000 euros de sus padres tiene que pagar 3.825 en concepto de impuestos, señalaba la entrevista­da, abogada especialis­ta en derecho sucesorio. “¡Buf!”, exclamaba el entrevista­dor, no sé si con ironía…

Es verdad que antes de que la Generalita­t subiera el impuesto, en mayo del 2020, la cantidad que pagar habría sido muy inferior (180 euros), pero ¿de verdad tiene motivos de queja quien recibe 196.175 euros sin hacer nada, solo por ser hija o hijo de quien poseía 200.000?... Y eso en un país, España, en que el 1% de la población posee el 24% de la riqueza (según un estudio de Oxfam del 2021).

Quiero creer –y así me lo hacen pensar debates que he tenido sobre este tema en Twitter, un medio muy útil para pulsar la opinión de la calle– que mucha gente que protesta por el impuesto de sucesiones lo hace por un malentendi­do: lo confunde con el de plusvalía, que es el que hay que pagar al Ayuntamien­to si se hereda un bien inmueble por lo que se ha incrementa­do su valor desde que fue adquirido. Tampoco es muy alto, la verdad: por un piso que valiera actualment­e 300.000 euros, habría que pagar unos 10.000. De hecho, me atrevo a pensar que hay quien sufre una confusión todavía más grave, entre el impuesto y las deudas del difunto, por ejemplo, cuando se hereda un piso del que no está pagada la totalidad de la hipoteca. Claro que siempre se puede renunciar a la herencia.

A la fórmula de herencia universal propuesta por Sumar se le están haciendo muchos reproches. Se critica su timidez: 20.000 euros no permiten ni comprar una vivienda, ni crear una empresa, ni adquirir una formación. Preocupa que la o el joven los pueda gastar de forma irresponsa­ble. Se señala que su financiaci­ón (un impuesto de patrimonio o sucesiones “inferior al 10%”, nos prometen) ofrece dudas. Se dice, también, que contribuye a la faceta mercantil de la economía, mientras que sería socialment­e más útil dedicar ese dinero (10.000 millones de euros anuales) a mejorar los servicios públicos o a garantizar una renta básica.

La propuesta de Piketty es más ambiciosa a la vez que concreta: establece una cuantía de 120.000 euros, que procedería­n de un impuesto de sucesiones muchísimo mayor que el actual. Por ejemplo, quien heredara un millón (la cantidad que recibe, como media, el 10% más rico de la población) pagaría 400.000 euros, en vez de los 103.137 que se pagan hoy en Catalunya (antes de la última reforma eran 28.490). E insiste Piketty en que no se trata de sustituir, sino de complement­ar, el Estado social… Son cuestiones sobre las que habrá que reflexiona­r. Lo que está claro, a mi modo de ver, es que para corregir una desigualda­d injusta y además creciente, hay que replantear el tema de la herencia.c

Para corregir una desigualda­d injusta, hay que replantear el tema de la herencia

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HATIM KAGHAT / AFP
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