Adiós a la India de pandereta

Si hay un gran Estado en el mundo que no debería existir es India. No es menosprecio, al contrario: lo tenían todo a favor para convertirse en un Estado fallido –y peligroso– y están llamados a ser la pieza clave en la pugna entre Occidente y China, allí donde nos jugamos los cuartos.

Mucho me temo que seguimos percibiendo a India a través de estereotipos desfasados y buenistas, que se pueden resumir en la gran frase del viajero cuñadista: son pobres pero felices...

La India feliz y espiritual que tanto sedujo a Occidente se fue esfumando a partir de 1991, cuando empezaron a reformar una economía autárquica, que podía resultar simpática para los turistas y los hippies –y sus bolsillos–, pero que les condenaba al subdesarrollo.

A diferencia de su némesis, la República Popular de China, India ha despegado siendo fiel a los principios democráticos y a las elecciones como modo de afrontar la gobernabilidad de una paleta de etnias, lenguas y especificidades. Yo no digo que sean la democracia perfecta –algunas matanzas lo impiden–, pero jamás desde su independencia, en 1947, optaron por juntas militares o dictaduras encubiertas, todo un milagro en Asia, continente muy proclive al autoritarismo.

India ha sido fiel a unos padres fundadores sabios, como Estados Unidos, entre los que sobresalió Jawaharlal Nehru, un aristócrata educado en Inglaterra que, por cierto, estuvo a punto en la Barcelona de 1938 de alistarse en las Brigadas Internacionales.

Nehru y el Partido del Congreso –51 años en el poder– fijaron la neutralidad exterior como un postulado, mantenido hasta hoy, cuando domina el BJP de Narendra Modi, partido “identitario” e hinduista que hacía temer lo peor por su fobia a los musulmanes, un 15% de la población (uno de sus fundadores, L.K. Advani, me pidió en Delhi, en 1991, que le hiciese llegar un libro sobre... la expulsión de los musulmanes de España).

Olviden la India de flors i violes.

Es una superpotencia económica a punto de superar a Alemania y una democracia –pese a la regresión en libertad de prensa– vital para contener a China sin llegar a las manos. Que de eso va este siglo XXI.C

India lo tenía todo para estallar y hoy es clave para que EE.UU. y China no acaben a palos