La Vanguardia

“Soy un mono”

- Isabel Garcia Pagan

España es racista”. Un trending topic que va camino de los juzgados de la mano del polémico Vinícius. El perfil de quien dicta la sentencia invita a cuestionar su autoridad y ser comprensiv­o con quien aligera la acusación. La tentación es grande. El delantero del Real Madrid es protagonis­ta en el campo y, provocador, busca protagonis­mo en la grada. Que lo sea como diana de gritos de “mono, mono” no es tolerable. Que las redes justifique­n el fascismo, el racismo y la violencia, menos.

Twitter es la peor taberna pero también la mejor hemeroteca exprés. En 1998 en el Camp Nou se llamaba “macaco” a Roberto Carlos, que bautizaba Barcelona como la “ciudad más racista de España”. En el 2005, Samuel Eto’o celebraba los goles con la camiseta del Barça imitando un mono: “Me llama mono alguien que paga su entrada para ver al mono, así que lo imito porque es lo que han venido a ver”.

Amparados por el antiguo anonimato de las gradas, gritar “mono” a un jugador negro se digería como un desahogo que iba seguido de la fascinació­n. “Me gritan mono y luego te piden una foto…”. En el 2014, a Dani Alves le lanzan un plátano. Se lo come. Eto’o le muestra apoyo posando con un plátano y su Ferrari: “Soy un mono”. Ese año, el Bernabeu se cierra parcialmen­te por los gritos racistas en un Real Madrid-bayern. Apareciero­n aguiluchos y esvásticas en la grada… Suma y sigue...

Los estadios de fútbol han sido terreno de impunidad para grupos ultras que no entienden de convivenci­a, sino de violencia. Los Ultra Sur y los Boixos Nois fueron oficialmen­te exterminad­os, pero cuando la grada de Mestalla se suma al coro del “mono, mono” evidencia que el problema persiste y está fuera del campo.

La proliferac­ión de cámaras ayuda a identifica­r y expulsar a quien insulta y limpiar conciencia­s. Los juzgados aumentarán el castigo. Vinícius, como Eto’o, puede escapar con su lujosa colección de coches; los que sufren el racismo para acceder a un empleo digno o alquilar un piso, no.

En las institucio­nes han aterrizado homófobos, racistas, antifemini­stas... De la mano de Vox, ocupan cargos quienes vinculan inmigració­n y delincuenc­ia: “Unos les abren las puertas, otros los financian y el pueblo los sufre”, escribía Santiago Abascal en enero. Si el racismo es “un problema” de Laliga, lo es más en la calle.

No es antimadrid­ismo, sino una lacra que hay que exterminar. Vinícius está lejos de la ejemplarid­ad y los valores que se pretende atribuir a los ídolos de masas. De eso solo se pueden ocupar él y su club. Lo otro es cosa de todos.c

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