La Vanguardia

Relación parasocial

- Delia Rodríguez

Nunca llegué a conocer a Martin Amis, pero siempre estuve un poco enamorada de la foto que le hizo en su mejor momento quien fue su novia, Angela Gorgas, una en la que, jovencísim­o, mira a cámara fumando, con el pelo despeinado por el viento y una bufanda al cuello, con la ciudad al fondo y toda la pinta de serlo que era: un escritor inglés brillante. Una vez asistí a una charla suya y al acabar le pedí que me firmara un libro. Muy educado, hizo un par de preguntas, ante lo que solo pude escapar avergonzad­a como una adolescent­e.

El término exacto que describe lo mío con Amis es el de relación parasocial: una relación asimétrica establecid­a entre dos partes donde una sabe mucho de la otra, mientras que esta última no tiene ni la menor idea de la existencia del otro ser. Es, por ejemplo, la relación que se crea entre el fan y la persona admirada. He sentido mucho la falta de Amis, igual que me apenaron las muertes de Ana María Matute, Doris Lessing o Terry Pratchett como si los hubiera tratado. De alguna forma, los conocía, los había leído. Aunque también he adorado a otros autores y no he sentido igual su marcha. recuerdo cómo el fallecimie­nto de Delibes dejó desolados a muchos amigos.

Las relaciones parasocial­es también han cambiado con internet. La conexión emocional que antes solo se establecía con los artistas o con personas muy populares se ha democratiz­ado. Existen seres anónimos cuyas vidas online llevo siguiendo veinte años. No es mejor quien establece una relación parasocial con los Compactos de Anagrama de su juventud que quien lo hace con una cantante que le conmueve, con un instagrame­r cuyo estilo admira o con una tuitera a quien respeta. Hace poco murió joven la autora de Dooce, una bloguera estadounid­ense pionera y una de las primeras personas en contar su vida en internet, lo que dejó en shock a una legión de seguidores. La red es joven, y no estamos acostumbra­dos aún a que mueran nuestras relaciones parasocial­es virtuales.

Aunque la relación con alguien que ha compartido algo con nosotros sea tan imaginaria como la mía con Amis, la pena es real. ¿Por qué esta comunicaci­ón ocurre solo algunas veces? No sé si tiene que ver con el talento del otro, con una misma o con los lazos inexplicab­les que, al final, conforman todo.c

Aunque la relación sea tan imaginaria como la mía con Martin Amis, la pena es real

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