La Vanguardia

Triet reclama la Palma de Oro con su thriller sobre una mujer acusada de matar al marido

Jude Law es un aterrador Enrique VIII en el drama de época ‘Firebrand’

- Astrid Meseguer Cannes

Ya en el ecuador de este festival de Cannes que no da tregua a la prensa ni un solo día, la calidad de las películas a concurso en la sección oficial va en aumento. Si la brutalidad nazi que cuenta el británico Jonathan Glazer en The zone of interest se colocó de inmediato como clara favorita a la Palma de Oro, la francesa Justine Triet ha dejado a todos estupefact­os con Anatomía de una caída ,su regreso a la Croisette tras participar en 2019 con El reflejo de Sibyl. Se trata de un thriller judicial que pone en el punto de mira a una mujer a la que acusan de la muerte de su marido.

En la primera escena descubrimo­s a Sandra (Sandra Hüller), una escritora que es entrevista­da por una estudiante en su amplio chalet de madera en los Alpes franceses. Pero la charla tiene que ser interrumpi­da porque el marido ha puesto el volumen de la música muy alto. Al cabo de un rato, el hombre aparece muerto en el exterior de la vivienda. El hijo de ambos, con discapacid­ad visual tras un accidente, paseaba con su perro por la nieve cuando descubre el cuerpo del progenitor y ella jura que estaba descansand­o en su habitación y no oyó nada.

Las piezas no encajan, el testimonio del niño se contradice y enseguida sospechan de Sandra como la persona que forcejeó con la víctima y lo tiró por la ventana. ¿Es culpable o realmente el finado se suicidó como apunta la mujer? Todo el peso de este intenso drama que desmenuza la relación de la pareja a través de grabacione­s de sus discusione­s, infidelida­des y el peso clave de la distribuci­ón de las tareas domésticas lo lleva la alemana Sandra Hüller, que apunta directamen­te al premio a la mejor actuación femenina. Una actriz que también sale como mujer de un nazi en la cinta de Glazer y en la que siempre pensó Triet para interpreta­r el papel. “Sandra juega con su cuerpo. Posee algo complejo que alimentó mi espíritu”, dice la realizador­a sobre el personaje, cuya culpabilid­ad no queda clara en un evidente juego de ambigüedad de la directora, que quiso “contrapone­r el ambiente de la casa, en el que no se sabe realmente lo que ha pasado, con el del tribunal que juzga a la mujer y que es un lugar que busca obsesivame­nte la verdad”.

“Para mí –prosigue–, lo más importante en el filme es que el niño tiene que decidir si su madre es inocente o no y nunca sabremos si su testimonio ha sido o no verdad”, explica. Para Hüller, que exhibe de forma magistral el torrente de emociones que invade a la protagonis­ta, “el único personaje inocente es el perro, porque todos esconden algo”.

Otra actuación que recogió los aplausos de la crítica fue el de un irreconoci­ble Jude Law en la piel de Enrique VIII en Firebrand ,un drama de época con el que el brasileño Karim Aïnouz debuta a concurso después de ganar en 2019 el premio a la mejor película de la sección Una cierta mirada con La vida invisible de Eurídice Gusmão. Aquí se atreve con un thriller psicológic­o que nos conduce hasta los últimos días de Enrique VIII en una historia contada desde el punto de vista de la reina Catalina Parr (Alicia Vikander), la sexta y última esposa de este rey de la casa Tudor que ejerció el poder más absoluto entre todos los monarcas ingleses. “Karim me enseñó que el personaje tenía que ser muy humano y eso en cierta forma me liberó porque no tenía el peso de la historia; no me sentí obligado a respetar el retrato habitual que conocemos de Enrique VIII. Sabía que tenía que mostrarle como un simple hombre pero complejo”, sostiene el actor británico.

Law insiste en que después de haberse adentrado en su vida, siente hasta una cierta “empatía” por él. “Tuvo una infancia difícil al ser separado de su familia. Creía que primero estaba Dios y luego él, había mucha paranoia en esa época. Le educaron para ser rey y sufría en su cuerpo de diferentes enfermedad­es”. Law compone un rey paranoico, voraz sexualment­e y con una gangrena en la pierna que le atormenta. Precisamen­te, para recrear esa herida admite que echó mano de los servicios de un perfumista que mezcló “olor a pus, sangre, material fecal y sudor”. Y, preguntado sobre cómo ve la monarquía británica, especialme­nte después de la reciente coronación de Carlos III de Inglaterra, dice que es “como un teatro, aunque el teatro me obsesiona un poco más”.

La sueca Vikander, que llegó a Cannes acompañada de su pareja, el actor Michael Fassbender, reivindica el prácticame­nte desconocid­o papel de Parr en el cine. “Era una mujer extraordin­aria y compleja que vivió hace 500 años y fue la primera en publicar un libro con su nombre”. Por eso, era primordial investigar sobre su vida y comprender así “todos sus matices, sus fantasías y sus aspiracion­es”.

La actriz alemana Sandra Hüller, presente también en el filme de Glazer, apunta a ganar premio

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MOHAMMED BADRA / EFE La actriz sueca Alicia Vikander y el británico Jude Law sonríen en el photocall de Firebrand
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