La Vanguardia

Las lágrimas de Darder

El capitán perico es uno de los grandes motivos por los que equipo y afición mantienen la fe en que la salvación es posible

- Roberto Rodríguez Barcelona

A la conclusión del partido de Vallecas, Sergi Darder sentía una mezcla de angustia y felicidad. Enroscado en una toalla, entre temblores por el llanto que lo absorbía, el capitán del Espanyol derramó unas lágrimas que se correspond­en con una relación de amor de las que reconcilia­n al aficionado con el fútbol. La agonía que había vivido el mago de Artà a lo largo del partido, y de la última semana tras la derrota y posterior invasión de campo contra el Barça, se transformó en rabia y, finalmente, en alivio y alegría. Sufre como pocos Darder por su club, y el dolor que siente sobre el césped ante cada balón perdido o cada gol encajado se puede advertir a simple vista.

Contra el Rayo vivió otra tarde difícil, todavía le quedan tres más, aunque gracias a él esta vez tuvo un final feliz. Marcó el primer gol y de la pasión con la que lo celebró casi se arranca el escudo de la camiseta. Protagoniz­ó también la jugada del segundo. Un zigzag entre varios rivales y un disparo a la escuadra que se topó con el poscubiert­o te para que Melamed pudiese anotar.

Pero todo eso lo hizo absolutame­nte mermado físicament­e. Cerca del minuto treinta, el centrocamp­ista sufrió una dura entrada. Rápidament­e, Brian Oliván hizo gestos al banquillo para pedir el cambio. Darder estaba tieso. Cojeaba de su pierna derecha. Luis García mandó calentar a Keidi Bare y a Expósito. Pero Darder aguantó. Renqueante y dolorido, pero aguantó.

El capitán (242 partidos y 25 goles) es la extensión de la entidad en el campo. Perico de cuna, tiene más interioriz­ado que nadie el sentimient­o blanquiazu­l. Él mejor que nadie sabe lo que supone el fracaso del descenso, por eso no extravía un gramo de energía en otra cosa que no sea evitarlo. El anterior le costó una depresión de la que salió, tras mucho penar, mucho más fuerte. Ahora pelea a pecho descontra todo y contra todos para evitar esa condena. Nada teme en lo personal. Se ha comprometi­do más allá de lo futbolísti­co con la camiseta que representa. Y eso es lo que con los años le ha convertido en ídolo y casi profeta en Cornellà.

De no ser por él, posiblemen­te el Espanyol ya estaría en Segunda. No es el más goleador (ha marcado seis tantos), pero sus goles han llegado en momentos imprescind­ibles. Como en Elche a finales de febrero, cuando Diego Martínez daba sus últimos coletazos. Un tanto suyo derrotó en el añadido al colista y alumbró al equipo para sumar tres puntos claves. Antes había marcado en el Wanda Metropolit­ando (1-1) y en el empate (2-2) frente al Valencia en Cornellà. Después lo hizo contra la Real Sociedad y el Athletic, pero en ambos encuentros perdió el Espanyol.

“Están locos. Yo no habría venido (a Vallecas). Después de la hostia que nos llevamos el otro día en el derbi (2-4), hoy nos merecíamos cero personas aquí”, dijo Darder, que no entendía que su fe fuese compartida. Pero es precisamen­te su dedicación lo que mueve todavía a la afición blanquiazu­l.c

El centrocamp­ista estuvo a punto de ser sustituido en Vallecas, pero terminó siendo decisivo

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Fani Duch Sergi Darder celebró con rabia su gol contra el Rayo Vallecano

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