La Vanguardia

“En China mandan los ingenieros; en Occidente, los financiero­s”

David Runciman, vizconde y politólogo, dirige el centro de geopolític­a de Cambridge

- Lluis Amiguet

Tengo 56 años: el mundo cambia más rápido de lo que soy capaz de analizar, pero el Estado es cada vez más poderoso. Soy vizconde Runciman de Doxford: si es mérito, no es mío; lo heredé. Milité en el laborismo cuando pensaba a cinco años vista: hoy pienso a 50 y soy politólogo. Publico ‘Enfrentars­e al Leviatán’

La era digital nos hace más libres? ¿Usted aún cree aquella utopía digital de que internet al alcance de todos significab­a el fin de los totalitari­smos y que cada individuo tendría más libertad frente al Estado...? Me temo que no.

La pandemia nos ha servido para constatar que nunca los estados tuvieron tanto poder y tanta tecnología y medios para ejercerlo.

¿Por el bien común?

La evidencia es que los estados –democrátic­os o no– han sido capaces de confinarno­s mediante coerción y vigilancia a millones de ciudadanos –quisiéramo­s o no– día y noche durante meses “por nuestro propio bien”.

¿No cree que en China ha sido peor?

En China se ha demostrado que internet no ha acabado con el Estado Leviatán y los totalitari­smos, como creían los ilusos en los 90, sino que es un Estado fortalecid­o por su dominio de la tecnología para dominarnos.

¿Qué ha logrado la era digital?

El mundo digital ya no está dividido entre estados totalitari­os y demócratas como en la guerra fría. Todo es más difuso.

¿Ni las democracia­s ni los totalitari­smos son tanto como se cree ni lo que lo eran?

Y tampoco hay partidos comunistas en las democracia­s occidental­es, como hubo en la guerra fría, que apoyen a la Unión Soviética o China con sus votos.

¿Por qué todo es más difuso?

Porque China, el rival en la nueva guerra fría, no es ya totalitari­a, sino autoritari­a.

Defina “autoritari­a”.

Pues que no es una democracia en absoluto, pero sí tiene libertad de mercado y cualquier chino puede irse del país cuando quiera.

Mi barrio está lleno de chinos trabajando. En cambio, nadie podía irse de la Unión Soviética aunque quisiera.

Y si cruzabas el muro te disparaban.

Solo hay que coger un tren en Shanghai para comprobar que han mejorado la vida de la gente. Y no es que yo sea prochino: solo constato que China no es la URSS.

Pero hay un partido único obligatori­o.

Y si hubiera una guerra y China invadiera Taiwán, toda esa división difusa entre ellos y nosotros de hoy se acabaría de repente y solo existiría una enorme cárcel china. Pero ahora, en realidad, nuestras democracia­s se parecen a China más de lo que creemos.

¿En qué?

La China de hoy es tan tecnocráti­ca como nuestras democracia­s. Aquí y allí mandan especialis­tas a las órdenes de políticos. Pero los chinos son más pragmático­s...

¿En qué sentido?

A nuestros políticos les mandan los banqueros y financiero­s; a los políticos chinos, en cambio, les mandan los ingenieros. En nuestras democracia­s quienes mandan de verdad son los banqueros centrales, banqueros privados, economista­s, financiero­s...

¿Los políticos chinos no gobiernan pensando en el dinero?

Es parte de la ecuación del poder, pero no la decisiva. Mandan pensando en puentes, trenes, carreteras, viviendas... China en muchos aspectos aún es una gran fábrica. Para bien y para mal.

Hoy los chinos dicen que la lucha ideológica de antaño ya es tecnológic­a.

¿Y quién la ganará, los que fabrican y venden cosas o los que fabrican y venden deuda para comprarlas? ¿Quién tendrá la lógica de la fuerza a su favor para imponer la otra?

¿Puede haber democracia sin dinero para financiarl­a?

Todo el mundo habla de la democracia, pero en realidad su globalizac­ión es mucho más reciente que la del Estado nación. Y tiene un éxito en el mundo más frágil que la institució­n del Estado nación, que ya es incuestion­able en el mundo.

¿Tiene mejor salud el Estado, institució­n universal incuestion­ada, que la democracia? Los estados del siglo XXI son máquinas formidable­s cada vez más poderosas y, en efecto, admitidas como la única forma posible de organizarn­os, de obligar a la gente a hacer lo que no quiere. ¿Seguiremos siendo democracia­s dentro de 50 años? No lo sé...

No me asuste.

Pero estoy seguro de que seguiremos siendo Estados nación. Por eso la independen­cia de Escocia hubiera cambiado más el Reino Unido –que se hubiera reformado de arriba abajo– de lo que le ha cambiado el Brexit.

¿Por qué?

Porque las institucio­nes británicas no funcionan y el Brexit solo ha reforzado la falsedad de que sí sirven. Son anacrónica­s.

Usted es un vizconde politólogo...

He heredado un título nobiliario sin hacer nada para merecerlo, si es que es un mérito.

¿Por qué lo detenta entonces?

Solo heredo a un hombre que acumuló poder político y financiero. Y con él compró un poder simbólico hereditari­o.

¿Supo usted elegir su familia al nacer? Aquí aún hay poderes que se heredan: esto es aún Gran Bretaña.

 ?? Ba ??
Ba
 ?? ?? Víctor-m. Amela - Ima Sanchís - Lluís Amiguet
Víctor-m. Amela - Ima Sanchís - Lluís Amiguet

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain