La Vanguardia

Avanzar hacia atrás

- Josep Maria Ruiz Simon

La hoja de ruta hacia un futuro posliberal que Patrick Deneen propone en Regime Change pasa por el retorno a un pasado preliberal. Avanzar hacia atrás puede parecer complicado. Pero, como en publicacio­nes anteriores, en este libro de inminente aparición, del que ya ha aparecido alguna reseña, el filósofo nacionalco­nservador identifica el “aristopopu­lismo” como el método que permitiría lograrlo. No es una estrategia nueva. Para buscar un referente relativame­nte próximo, también fue el de la Falange. De hecho, desde la Revolución Francesa, el populismo aristocrát­ico ha sido uno de los recursos más comunes de la derecha reaccionar­ia. En un hilo de Twitter, Deneen explica que su nuevo libro promueve una actualizac­ión del discurso sobre la constituci­ón mixta de la filosofía política clásica. Considerad­o desde esta perspectiv­a, el horizonte del aristopopu­lismo evoca el restableci­miento de una aristocrac­ia dentro de la democracia representa­tiva de acuerdo con algunas interpreta­ciones de los orígenes de los EE.UU. Pero el populismo aristocrát­ico de Deneen apunta más allá porque, además de rechazar la concepción liberal de las libertades civiles, defiende un replanteam­iento de la relación entre las élites y el demos que se contempla en la imagen idílica que el Ancien Régime propagaba de sí mismo para legitimars­e.

Como contaba Laclau, el populismo traza una línea horizontal que divide el territorio político en dos campos antagónico­s, el de ellos yelde nosotros, y permite construir un pueblo oponible a las élites. El aristopopu­lismo de Deneen añade una línea vertical a este diseño y permite imaginar una parrilla con dos columnas y dos hileras. En la primera columna se encuentra el régimen degenerado que habría que dejar atrás; en la segunda, el régimen virtuoso hacia el que habría que dirigirse. Y la primera hilera contrapone una élite aristocrát­ica a la actual élite oligárquic­a, y la segunda, el pueblo de la buena gente al populacho. En este caso, al partir de la hipótesis de que la buena gente es una realidad perenne, la estrategia de la aristopopu­lismo se plantea como una persuasión sobre la necesidad de cambiar una élite por otra y de abandonar el liberalism­o, que sería la causa del lamentable estado de las cosas al favorecer el egoísmo de las élites y la corrupción de las costumbres del pueblo. Deneen describe al miembro de la nueva élite como “un aristócrat­a consciente de sí mismo que comprende que su principal función y propósito en el orden social es asegurar los bienes que permiten el desarrollo humano de la gente común: la familia, la comunidad, el buen trabajo, una cultura que preserva y fomenta la orden y la continuida­d, y el apoyo a las creencias e institucio­nes religiosas”. Mientras que su estrategia aristopopu­lista recuerda a la Falange, tal descripció­n de la nobleza de las clases dirigentes muestra el aire de familia de su hoja de ruta con Camino de san Josemaróa Escrivá de Balaguer.

El aristopopu­lismo pretende restablece­r una aristocrac­ia dentro de la democracia

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