La Vanguardia

El racismo en España preside la discusión social a cinco días del voto

El caso del jugador Vinícius enciende una viva polémica que va más allá del fútbol

- ENRIC JULIANA

Campañas locales con grandes discusione­s morales. Ese parece ser el signo del 28-M. Los insultos racistas contra el jugador del Real Madrid Vinícius en el estadio de Mestalla el pasado domingo han cruzado las fronteras y han perforado las capas más superficia­les de la epidermis social. El fútbol es un potente percutor. El fútbol estelar es también médium de algunas tensiones sociales de fondo. Pocas veces el debate sobre el racismo había alcanzado tal intensidad en España. Faltan cinco días para el voto.

El Gobierno de Brasil ha expresado su malestar. (El Gobierno de Lula da Silva, que recienteme­nte visitó España). Las luces del Cristo Redentor de Río de Janeiro se han apagado en señal de protesta. La prensa internacio­nal se ha interesado por el tema. Los inseguros dicen que la marca España está en riesgo. Las television­es han encontrado un temazo y las redes sociales transporta­n estos días todos los voltajes de la ira. La política profesiona­l no siempre escribe la agenda. La sociedad también genera grandes temas de discusión, cuando el magma que viene de abajo no es taponado por las capas mediáticas superiores. Esta vez la lava fluye y quizás alcance las laderas de la jornada electoral. Los partidos van con pies de plomo y con traje ignífugo para no quemarse.

El caso Vinícius es una magnífico generador de audiencia y cuenta con un patrocinad­or poderoso, el Real Madrid, empeñado desde hace meses en modificar la percepción social de su marca. El club blanco está efectuando notables esfuerzos para difuminar su vieja vinculació­n simbólica con el franquismo y se coloca ahora al frente de una causa noble, poniendo la proa a los reaccionar­ios jerarcas de la Liga de Fútbol Profesiona­l (Laliga). Están en juego los futuros modelos de competició­n del futbol estelar.

Campaña local, discusión moral. La semana pasada, el debate se centró en buena medida en la presencia de antiguos militantes de ETA en algunas listas municipale­s de la coalición EH Bildu. Ninguna ley les impide presentars­e a las elecciones, pero el debate moral cuajó hasta el punto de obligar a Bildu a un gesto de corrección: los antiguos condenados por delitos de sangre no recogerán el acta en caso de resultar elegidos. Bildu no rectificó para hacerle un favor al PSOE, rectificó para no perder votos más allá de los tradiciona­les círculos abertzales.

El PP le robó la iniciativa al PSOE durante varios días hasta que Isabel Díaz Ayuso introdujo la propuesta de ilegalizar a Bildu, es decir, empezar a cambiar el sistema de partidos a la brava. En estos momentos, Bildu está ganando votos en el País Vasco y Navarra.

El marco de esta semana es el racismo. Ni lo ha buscado el Partido Socialista ni segurament­e lo deseaba el Partido Popular, puesto que es una narrativa en principio favorable a la izquierda. La Policía se ha movido con rapidez. Ayer fueron arrestados tres jóvenes de València que presuntame­nte habrían insultado al jugador brasileño. Deberán comparecer en sede judicial en los próximos días. Otros cuatro jóvenes fueron detenidos en Madrid por colgar de un puente una camiseta con el nombre de Vinícius.

Vox calla. El partido de la extrema derecha parece haber aparcado la campaña contra la asistencia pública a los menores extranjero­s no acompañado­s, para centrarla ahora en las ayudas al alquiler que recibe la población foránea en virtud de las normas vigentes. Han aparecido carteles en el metro de Madrid con una reproducci­ón de los formulario­s de la Comunidad de Madrid, con apellidos árabes. Después de haber capitaliza­do –fuera de Madrid– la campaña de Ayuso por la ilegalizac­ión de Bildu, Vox intenta llamar ahora la atención.

Los grandes debates sociales tienden siempre a la saturación. La focalizaci­ón del racismo en el caso de Valencia conlleva un riesgo político. A la sociedad valenciana no le gusta ser estigmatiz­ada. En Valencia empezó a perder la derecha el día en que los medios de comunicaci­ón de Madrid empezaron a emitir el mensaje subliminal de que la corrupción del caso Gürtel era “cosa de los valenciano­s”. La reputación es un asunto muy sensible en la comunidad autónoma clave en las elecciones del próximo domingo.

Los debates de orden moral se suceden uno tras otro, relegando al segundo plano la política territoria­l

Un foco obsesivo en Valencia puede provocar reacciones adversas, como ya pasó con la corrupción

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CARLOS FABAL / AFP Protesta en Brasil Las luces del Cristo Redentor de Río de Janeiro fueron apagadas en protesta por los insultos racistas a Vinícius
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