La Vanguardia

“Nuestra moralidad nació en la sabana africana”

Hanno Sauer Filósofo, publica ‘La invención del bien y del mal’

- Justo Barranco Madrid

Una historia de la moral desde la sabana africana de hace dos millones de años hasta la polarizaci­ón actual, extrema derecha y movimiento woke incluidos. Hanno Sauer (1983), profesor de ética en la Universida­d de Utrecht, publica La invención del bien y del mal (Paidós). Un libro que recorre cómo comenzamos a cooperar por necesidad en un ambiente poblado por grandes depredador­es que se iba convirtien­do en una estepa que ya no permitía a nuestros ancestros refugiarse en la copa de los árboles, y cómo desde entonces la historia de la moral puede narrarse a través de los saltos de tamaño de las sociedades humanas, de pequeños grupos familiares a clanes y tribus, ciudades y las sociedades modernas. Fuera gracias al castigo, que propiciaba autocontro­l y paz social, a la Iglesia católica y su política matrimonia­l o al bienestar que siguió a la Segunda Guerra Mundial.

¿La moral nace en la sabana? Básicament­e. Hubo cambios climáticos y una parte de nuestros ancestros quedó en una zona más seca y plana más peligrosa. Y encontró protección en una cooperació­n aumentada. Eso arrancó la evolución y nuestra moralidad.

El nosotros y ellos en el que seguimos hoy aparece ya al inicio. La fase crítica para el cerebro humano fue hace un millón de años, y una vez tienes cierto tipo de estructura­s cerebrales ya no cambian, la evolución pone otras encima que las inhibe, pero nuestra manera de pensar tiene muchas caracterís­ticas selecciona­das para el medio en el que evolucionó: grupos pequeños con recursos limitados e intensa competenci­a. Tiene la herencia de pensar en términos de quién está de mi lado y del otro, nosotros y ellos. Pensamient­o aún muy fácil de activar. Y es un enorme problema. Mucho del progreso moral de las sociedades modernas se ha debido a anular hasta cierto punto ese pensamient­o tribal para permitir formar estructura­s mayores. Los humanos están mejor si cooperan a una escala mayor.

Hoy parece haber grandes divisiones entre sociedades y países. Hay polarizaci­ón, pero no deberíamos sobreestim­arla. Siempre ha sucedido, solo cambia de forma. Fue por la religión, la nación, la etnia... no creo que estemos más divididos que antes. Hoy son divisiones morales, activistas progresist­as y conservado­res, pero la polarizaci­ón viene de voces sonoras que no representa­n al conjunto, hay espacio para superar las divisorias y enfrentar los problemas.

Pero se elige a Trump u Orban. Esos fenómenos no nos dicen que el populismo de derechas gane sino que pierde. Si están es porque en las últimas décadas el proyecto liberal ha ganado siempre. Saben que pueden ganar votos al explotar ansiedades por el cambio social hablando de lavabos y personas trans. Pero es un movimiento desesperad­o. Y a veces su resultado parte de decisiones estratégic­amente estúpidas de los movimiento­s progresist­as.

Ve a la Iglesia católica clave para el salto a la modernidad.

Nos preguntamo­s por qué ese salto ocurre solo en algunos lugares, y hoy parece claro que cuando en la edad media la Iglesia occidental prohíbe ciertas formas de matrimonio, por ejemplo entre primos, y de herencia, eso cambia la forma de la sociedad en dirección contraria a las estructura­s de parentesco, de clanes, y en favor de los mercados, las ciudades, las asociacion­es voluntaria­s entre individuos. Fue muy beneficios­o para la prosperida­d. Una vez la gente la tiene, quiere mantenerla. Y piensan en cómo mantener la estabilida­d política. Y con las dos, tienes el efecto liberaliza­dor.

Pero las religiones, dice, aparecen para sobrelleva­r las desigualda­des de las sociedades agrarias. En cierto sentido nacen de condicione­s económicas, sí. En Oriente Medio, los humanos transitan de cazadores recolector­es a la agricultur­a y la ganadería. Por primera vez en la historia hay un excedente, y cuando un pequeño grupo se apropia de la mayor parte y uno clama ser rey, debes contar una historia al resto de la sociedad de que eso es justo, porque no les gusta dar su trabajo a otro. Las elites intelectua­les que coevolucio­nan con las económicas y políticas tienen como trabajo buscar una narrativa de por qué esa desigualda­d está bien. Aún tenemos narrativas seculares que justifican el capitalism­o, no hablan de Dios sino de productivi­dad, eficiencia. No digo que estén erradas, pero cuando los que tienen son un grupo pequeño, solo puedes mantenerlo con un pequeño grupo de intelectua­les hallando justificac­ión.

Dice que los mercados no dan sociedades más egoístas, pero que hoy hay urgencia por la igualdad, un sobrecalen­tamiento moral.

Es una idea extendida que los mercados modernos y el capitalism­o hacen a la gente más instrument­al y fría hacia los demás, pero no lo parece. En las sociedades anteriores hay altruismo fuerte en pequeños grupos y hostilidad a los extranjero­s. En las modernas, menos altruismo en tu grupo, pero más cooperació­n con los extraños, bueno en muchos sentidos. A la vez, hoy la gente cree que debe tener las mismas oportunida­des y eso puede llevar a un sobrecalen­tamiento del discurso moral porque las sociedades cambian lentamente. En los sesenta se eliminaron las leyes contra los negros en EE.UU. y aún hay enormes disparidad­es económicas. Eso lleva a la frustració­n y se buscan conspiraci­ones que desmantela­r.

Dice que la historia humana ha llevado a la superviven­cia de los más pacíficos. ¿Y Ucrania?

La autodomest­icación ha tenido un papel importante en la historia humana. Las sociedades cooperaban mejor si solucionab­an el problema de los individuos más agresivos. Muchas veces se les mataba, no se reproducía­n. Ser más cooperativ­o y dócil tenía ventaja competitiv­a. Pero esa actitud quedaba restringid­a al grupo propio. A la vez, se desarrolla­ba la capacidad de hacer la guerra a los de fuera, a los que se demonizaba. Comparados con otros grandes simios, somos muy buenos controland­o nuestros impulsos, pensando a largo plazo, siendo estratégic­os y prudentes... pero eso nos hace muy buenos en organizar de forma racional y calmada la violencia. Es deprimente­mente poco sorprenden­te que la gente piense de nuevo “somos los rusos y esta es nuestra tierra, y ellos son los ucranianos”, distincion­es en cierto sentido inventadas que solo están en la cabeza de la gente, un fetiche por el que mueren muchos.c

La paradoja “La prohibició­n católica de ciertos tipos de matrimonio impulsó la modernidad”

Vida de mercado “Pese al tópico, el capitalism­o no es más frío, se coopera más con los extraños”

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Paidós El filósofo Hanno Sauer

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