La Vanguardia

La colleja

- Glòria Serra

La colleja que le propinó el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-almeida, es uno de esos instantes que resumen una época. La relevancia no está en el hecho, sino en que esté grabado. Que el presidente blanco, a pesar de que una cámara de televisión tiene enfocado al alcalde, siga adelante con el capón muestra su indiferenc­ia al demérito que supone para el cargo público y la mezcla de paternalis­mo y superiorid­ad que le retrata. Imaginemos a Jan Laporta y Ada Colau o Pere Aragonès o el mismo Florentino y Pedro Sánchez. Inimaginab­le, a pesar de que en España las formas son mucho más relajadas que en otros países europeos.

Los excesos, en campaña electoral, se acaban pagando en las urnas, como sabe muy bien el alcalde madrileño, que no termina de ver claro en las encuestas que revalide el mandado con rotundidad. De la misma forma, como ha señalado con acierto Salvador Enguix en estas páginas, los intentos por convertir el racismo en los campos de fútbol en un problema exclusivo del Valencia CF y, por extensión, de toda la comunidad pueden tener repercusió­n en los votos en un territorio clave para las futuras generales.

La wagnerizac­ión del anticolaui­smo por parte de la empresa privada Desokupa, que ha querido robar las banderas de Vox con un notable fracaso de convocator­ia o de monopoliza­ción del discurso, puede haber favorecido la movilizaci­ón del electorado de la alcaldesa y haber afectado el resultado del partido ultra. Como quizá también, al principio de la campaña, la exageració­n en hacer responsabl­e al actual equipo de gobierno de todos los males de la creación, que fue frenada al ver cómo iban las encuestas.

Los casos, aislados pero persistent­es, de corrupción en la compra de voto en España pueden girarse en contra si alguno de los dos partidos mayoritari­os intenta utilizarlo­s contra su rival. El bipartidis­mo de inspiració­n Cánovas-sagasta sumado al caciquismo tradiciona­l ha alimentado esta bestia corrupta, y sus actuales herederos sospechan que tienen pecadores en sus listas.

Todo esto, que muy poco tiene que ver con las políticas municipale­s, ¿llenará o vaciará hoy las urnas? Solo ustedes lo saben.c

Los excesos, en campaña electoral, se acaban pagando en las urnas

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