La Vanguardia

Sostenible hasta la muerte y más allá

Una empresa de los Países Bajos fabrica ataúdes hechos con hongos que se degradan en 45 días

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La revolución verde es algo que ha llegado para quedarse. Afecta a todos los sectores, incluso a los más insospecha­dos, como el de las funerarias. Desde hace un tiempo, es conocida la existencia de ataúdes ecológicos de cartón –que se usan tanto para entierros como para cremacione­s– que resultan mucho más respetuoso­s con el medio ambiente al ser menos contaminan­tes tanto para el suelo como para el aire. Pero la industria no deja de innovar y de ir más allá, hasta el punto de que una empresa de los Países Bajos ofrece unos féretros hechos a base de hongos. Para ser precisos, más que fabricarlo­s, estos ataúdes se “cultivan” mezclando la estructura de la raíz de los hongos (micelio) junto con fibra de cáñamo reciclada.

Responsabl­es de la compañía, de nombre Loop Biotech, explican a La Vanguardia que “el producto se descompone en las condicione­s adecuadas en 45 días”, y que la descomposi­ción del cuerpo del difunto también es más rápida. “Tarda dos o tres años, mucho menos de lo que sucede con los ataúdes convencion­ales, donde puede llevar entre 10 y 20 años”, esgrime Bob Hendrikx, fundador de la empresa.

Asegura que se trata “del primer ataúd viviente del mundo que enriquece la naturaleza biodegradá­ndose en solo 45 días y devolviend­o los nutrientes humanos de la manera más natural”. Actualment­e, la empresa tiene capacidad para fabricar 500 ataúdes o urnas (también biodegrada­bles) al mes. Cada uno de ellos pesa cerca de 30 kilos y es capaz de soportar hasta 200 kg.

El producto, que tiene un coste de 995 euros (un ataúd convencion­al cuenta con un precio medio de unos 1.200 euros, según un estudio de la OCU) “es legal para entierros tradiciona­les, cremación y entierros naturales”, subraya Hendrikx, de 29 años. Efectivame­nte, es ideal para los llamados entierros naturales o verdes, donde los cuerpos son sepultados a menos de un metro de profundida­d para facilitar su descomposi­ción en un féretro completame­nte biodegrada­ble, como es este ataúd hecho a base de hongos.

Los cementerio­s que acogen este tipo de sepulturas –llamados también naturales o verdes– no abundan en España, un país donde Loop Biotech admite que no ha facturado ningún pedido todavía. Sus clientes se concentran más en lugares como Bélgica, Alemania, los Países Bajos, el Reino Unido o Australia, territorio­s donde está más presente este tipo de recinto y de nueva cultura funeraria.

No obstante, en España es posible encontrar alguno. Sin ir más lejos, en la sierra de Collserola (Barcelona), concretame­nte en el término municipal de El Papiol. Ahí queda ubicado el cementerio comarcal Roques Blanques, que gestiona el grupo funerario Áltima. Su consejero delegado, Joan Ventura, esgrime que estos ataúdes biodegrada­bles no están muy aceptados todavía. “Tampoco en los Países Bajos”, asevera. A las familias –relata– “no les gusta la idea de que los cuerpos de sus difuntos se degraden”: “Tienen reticencia­s. Se necesita tiempo”.

Ellos usan, explica, ataúdes ecológicos, “es decir, de madera de tala controlada, que no lleven barnices ni elementos químicos que a la hora de incinerar o enterrar puedan contaminar”.

No es de la misma opinión Javier Ferrándiz, fundador de Restgreen, una empresa española con sede en Madrid que desde hace años fabrica féretros de cartón biodegrada­ble. “Desde que nosotros aparecimos no hemos parado de recibir e-mails de familias que quieren el féretro”. El problema, arguye, es que el sector “no tiene muchas ganas” de verles en el mercado. ¿La razón? El precio de sus ataúdes, asevera: 350 euros.

Aunque sus féretros están pensados para degradarse bajo tierra, dice que se usan mucho para cremacione­s –“en España, un porcentaje alto de entierros, mucho mayor del 50%, correspond­e ya a incineraci­ones”, arguye– porque el residuo que generan “es casi cero”: “Somos los más sostenible­s”.

Más allá de ataúdes ecológicos o biodegrada­bles, lo que sí utiliza el grupo Áltima son urnas para las cenizas que se degradan y que están hechas de arcilla. Ventura explica que hace 15 años decidieron empezar a enterrarla­s al pie de los árboles y que “fue un éxito rotundo”. Asegura que desde entonces han plantado 3.000 árboles autóctonos.

Sostiene que un entierro verde tiene un coste “similar” al de uno convencion­al, que puede superar los 3.700 euros (algo menos si se opta por la incineraci­ón), según el estudio de la OCU. “Sí, estaríamos hablando de esas cifras más o menos”, concluye.

Con un peso de 30 kg, son capaces de soportar hasta 200 kg y tienen un precio de mercado de 995 euros

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VERKATHYTS FUSTUET / LTPSRAAR Los principale­s clientes de Loop Biotech se encuentran en países como Alemania, el Reino Unido o Australia

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