Vocaciones sacerdotales y familia
El CARA (siglas en inglés del Centro para la Investigación Aplicada en el Apostolado) de la Universidad de Georgetown, en Estados Unidos, publicó recientemente el Survey of Ordinands to the Priesthood, un informe sobre los seminaristas de diócesis norteamericanas que iban a ordenarse sacerdotes. Se hizo una encuesta a un total de 458 ordenandos de 116 diócesis y 24 instituciones religiosas, y respondieron al cuestionario 334.
En el informe aparecen multitud de datos sociológicos de los ordenandos, tales como origen geográfico, edades y formación académica y profesional, pero los realmente sustantivos para definir su vocación son los relativos a su origen familiar.
La conclusión fundamental es que casi todos provienen de familias en las que los padres han permanecido unidos, son practicantes y en ellas se vive la fe.
Se suman antecedentes en la misma línea como que el 93 por ciento de los ordenandos que respondieron a la encuesta fueron bautizados al poco de nacer, el 92 por ciento vivieron con sus padres biológicos y el 92 por ciento de estos últimos estaban casados sacramentalmente.
Los resultados del estudio no resultan sorprendentes, porque cualquiera puede intuirlos como conclusión de la propia experiencia y observación, pero refuerzan la convicción que se tenía.
Otros detalles que llaman la atención es que el 48 por ciento de los ordenandos declararon que otros intentaron disuadirles de seguir su vocación sacerdotal. Lo hizo sobre todo algún miembro de la familia (21 por ciento) o un amigo (21 por ciento). También que aumenta el número de sacerdotes latinos en Estados Unidos.
Con relación a las vocaciones sacerdotales en el mundo, el secretario del Dicasterio para el Clero del Vaticano, Andrés Gabriel Ferrada Moreira, respondiendo hace poco a la pregunta de un periodista, afirmó que están creciendo en África y Asia, así como en algunas regiones de América Central y de Brasil, pero no dejó de recordar que bajan en Europa.
Las conclusiones y cifras referentes a los religiosos y a las personas que siguen el celibato por motivos espirituales son paralelas o similares a los de los sacerdotes. Todo tiene perfecta correlación.
Hay zonas del mundo donde el catolicismo crece, mientras en continentes que fueron cristianos de manera ancestral cae la práctica religiosa y el número de creyentes.
Todo ello es muestra, una más, de que el ámbito familiar es la principal escuela de humanización y de formación en las virtudes, un auténtico útero espiritual en el que se desarrolla también la fe y la formación en el amor, por ser el primer lugar en el que este se recibe y se da.
En la mayoría de los casos este amor lleva a los hijos hacia el matrimonio, pero en no pocos es base para alguna de aquellas vocaciones.
Puede parecer a primera vista paradójico, pero es de matrimonios felices de donde surge entre sus hijos un mayor número de vocacio1nes al sacerdocio, religiosas y célibes.
Existe, sin embargo, una razón clara. La familia es el espacio en que se ha aprendido a darse a los demás, los hijos no solo han oído bellos discursos, sino que han palpado cómo cada uno ha procurado hacer felices y servir a los que con él conviven, todo lo cual ha ido abonando el terreno para grandes entregas.
De matrimonios felices surgen más hijos sacerdotes, religiosos y célibes