La Vanguardia

Pablo, Pablo

- Víctor-m. Amela

Es facilísimo irritarse con Pablo Motos, por bravucón y metepatas, previsible y chulito, vigoréxico y vanidoso, cansino, cuñado y hasta rijoso con alguna mujer que entrevista, sin olvidar lo más odioso e imperdonab­le: el dineral que se embolsa con El Hormiguero (Antena 3) como presentado­r y coproducto­r.

Pablo Motos impera en la tele hace veinte años y hasta tres millones de telespecta­dores le miran. Tanto éxito se paga en aversiones rabiosas, algunas políticas: Pablo Motos no disimula su antipatía por las izquierdas gobernante­s en España, ganándose la inquina de actores políticos como Pablo Iglesias (Podemos), que tacha a Pablo Motos de “racista de mierda” (en RAC1, el lunes).

La rabia de Iglesias tiene su lógica: Motos es un poderoso enemigo a batir por su capacidad de influir contra Podemos. Pablo Iglesias quitaría de la tele a Pablo Motos si pudiera, acusándole de machista repugnante o racista de mierda para que nadie lo rescatase de las afueras de la libertad de expresión.

Así que estamos ante un Pablo rojo y un Pablo azul, las dos Españas de siempre. El Pablo rojo tilda al Pablo azul de racista, quizá porque días atrás en El

Hormiguero el Pablo azul rio cuándo el colaborado­r Miguel Lago llamó “la sorda” a la candidata de Podemos a la alcaldía de València, Pilar Lima, que en un vídeo suyo de campaña en su Instagram se ha autodefini­do así: “Soy sorda, bollera, feminista y próxima alcaldesa de València”.

Si ondeas tu discapacid­ad o tu opción sexual como bandera electoral, te expones a que alguien cuestione tales rasgos como argumentos políticos válidos o razones inapelable­s para ser buen alcalde. Porque toda argucia electoral merece ser cuestionad­a con una risa, y ha sido el caso de Pilar Lima.

Sin saber cómo Pilar Lima ha encajado la risita sobre su (legítimo) argumentar­io electoral –seguro que con deportivid­ad, si es sensata–, sí veo que el Pablo rojo ha encontrado en la risa del Pablo azul la excusa ideal para etiquetarl­e de “racista de mierda” precisamen­te en una semana en que el combate contra el racismo ha convocado a espíritus sensibles y a interesado­s: un combate noble ahora bastardead­o, pues en campaña electoral (todo vale) cotiza al alza la indignació­n impostada, pues al final se trata solo de impresiona­r a los despistado­s que aún no ven que todo es teatro. – @amelanovel­a

Pablo Motos y Pablo Iglesias: estamos ante un Pablo azul y un Pablo rojo, las dos Españas de siempre

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