La Vanguardia

Y sin Nadal, ¿quién?

Veinte años más tarde, Roland Garros vive una edición incierta: no juega el manacorí

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El cronista retrocede un año y recupera al Rafael Nadal que, cojeando, avanza hacia el salón Ópera para atender a la prensa en el hotel Interconti­nental Le Grand, en París.

Nadal aún es joven. Joven, relativame­nte: joven para la vida, quizá no tanto para el tenis.

Entonces tiene 36 años. También tiene 22 títulos del Grand Slam, el último recogido en la víspera.

En esa víspera, Nadal le ha dado una buena zurra a Casper Ruud: le ha arrebatado la final en tres sets, un visto y no visto. Y, sin embargo, el héroe parece un tenista derrotado. A Nadal le tortura el pie, afectado como está por el síndrome de Müller-weiss, una lesión degenerati­va. Le duele horrores, le retuerce.

Y si le preguntan por su futuro inmediato, enarca la ceja.

–¿Volver a jugar? Primero que se pase esto. Pero el futuro no me quita el sueño ni me da miedo. ¡He tenido bastantes lesiones en mi carrera!

Las lesiones...

Un mes después de aquel encuentro, Nadal ha superado temporalme­nte su problema en el pie (ha recurrido a un sistema de anestesia que bloquea el dolor a través de radiofrecu­encia), pero ahora es el abdominal el que se ha roto, y por eso se retira en Wimbledon, no disputa su semifinal ante Nick Kyrgios, y ya desde entonces renquea.

Renquea y renquea hasta el Open de Australia, en este último enero, donde su aventura llega a su fin. Se rompe el psoas ilíaco ante Mackenzie Mcdonald y la lesión, en principio un contratiem­po de entre seis y ocho semanas, se convierte en un galimatías que le lastra por otros ocho meses.

¿Y ahora?

Hace diez días, Nadal anunciaofr­ece ba su renuncia a comparecer en Roland Garros, el torneo que hoy arranca, su territorio –una escultura con su nombre recibe al curioso que accede al recinto–, el título que se ha adjudicado en catorce ocasiones (difícilmen­te alguien repetirá eso).

–Si no está al 100%, no puede estar en París –contaban a este diario fuentes de su entorno–. ¿Cómo va a hacerlo, con lo que ha sido?

Nadal también decía que no jugará más en este 2023 y que piensa retirarse en el 2024, a poder ser tras los Juegos de París, no habrá adiós más simbólico: está previsto que el tenis olímpico se juegue en el mismo recinto del Bois de Boulogne, con la escultura del manacorí como espectador a pie de pista.

Así que hoy, veinte años después de la irrupción de aquel adolescent­e de larga melena, camiseta de tirantes y pantalones pirata, Roland Garros queda huérfano.

(...)

Vencido temporalme­nte el manacorí, Carlos Alcaraz (20) levanta el dedo. Pide turno.

Este viernes, en el día de atención a los medios, el talento murciano, actualment­e el líder mundial, decía:

–Cuando está Rafa es más complicado, sobre todo en este torneo. Pero nunca le he tenido miedo a nadie. Aunque hubiera estado, no me habría puesto menos posibilida­des de ganar el torneo, soy así de ambicioso (...) Y por eso me pongo en la lista de favoritos. Hay muchos capaces de ganar aquí y que tienen el nivel para hacerlo. No me pongo en el top, pero estoy en la lista.

Y nadie le cuestiona. Ni siquiera las encuestas, que le colocan a la cabeza de la lista de candidatos, un paso por encima de Novak Djokovic, Holger Rune, Stéfanos Tsitsipás y Jannik Sinner.

–Es la primera vez que llego a este torneo tras haberme adjudicado un torneo en tierra. Es magnífico. Me alivia de mucho estrés –decía Daniil Medvedev, campeón en Roma hace una semana, que también levantaba el dedo, como Alcaraz.

La realidad, sin embargo, es que ninguno de los candidatos el peso, la solvencia de Nadal. Ninguno de ellos tiene aquello que el periodista Sebastián Fest, autor de Sin red (la obra literaria que retrataba la rivalidad entre Nadal y Federer), calificó de Nadalidad.

(La Nadalidad es algo así como el peso de la leyenda, una tormenta más psicológic­a que física que irrumpe en cualquier partido del manacorí y acaba arrasando a su adversario, sepultado por el miedo escénico).

Djokovic sabe bien qué es eso de la Nadalidad.

Djokovic, un mar de dudas en esta fase de la arcilla (no brilló en Montecarlo, tampoco lo ha hecho en Banja Luka ni en Roma), el único de los miembros del big three con turno en París, admite sentirse como se sentía el manacorí en el día del adiós de Federer, en otoño del año pasado:

–Cuando Nadal anunció que iba a retirarse el año que viene, una parte de mí se fue con él. Su adiós me hizo pensar en cuándo va a ser mi turno (...) Pero no voy a echarle de menos en el cuadro de Roland Garros porque no he tenido mucho éxito con él en estas pistas. Es difícil ganar a Nadal en todos lados, pero en París, más.

Como si escuchase lo que todos dicen y pretendier­a resumirlo, Iga Swiatek, campeona del 2022, la mejor tenista WTA hoy, dice:

–Sin Nadal, me va a costar encontrar un favorito aquí. Pero para mí lo importante es que esté sano y feliz.c

“Aunque estuviera Nadal, no me daría menos posibilida­des, soy así de ambicioso”, dice Carlos Alcaraz

“Nadal anunció su adiós y parte de mí se fue con él, pero no le echo de menos aquí”, dice Novak Djokovic

 ?? Baarcelons­tine POUJOULAT / AFP ?? Una pelota de tenis, en el centro de la pista Philippe Chatrier, el corazón de Roland Garros
Baarcelons­tine POUJOULAT / AFP Una pelota de tenis, en el centro de la pista Philippe Chatrier, el corazón de Roland Garros

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